¡SI REDOBLAN TAMBORES, QUE SEAN PARA LA GUERRA!

LUTO POR BELÉN, PERO TAMBIÉN POR TODAS LAS HIJAS DE NUESTRO PUEBLO ASESINADAS SISTEMÁTICAMENTE POR EL VIEJO ESTADO

El vil asesinato de María Belén Bernal no es un hecho aislado, circunstancial o coyuntural, es la viva expresión de un Estado decadente, con instituciones como la policía que desde siempre han sido criminales, corruptas y torturadoras.

Si bien es cierto lamentamos la muerte de Belén, condenamos a la policía, al ministro de gobierno y sobre todo al banquero, la vida de la abogada no tiene más peso  que el de aquellas mujeres que son agredidas y asesinadas cruenta y cotidianamente bajo la sombra y el silencio no solo de las autoridades, sino de ciertos colectivos feministas cuya reactividad está sujeta de planos coyunturales e inscritos en la figura del posmodernismo.

Hace algunos meses una joven campesina fue asesinada conjuntamente a sus dos hijos (8 y 9 años), a golpes, machetazos y posteriormente incinerados en la provincia de Esmeraldas. Ni una sola voz levantada a los cielos, sin parte policial, ni nadie que redoble tambores por ella.

En las mismas fechas de la desaparición de Belén, en el Carchi, Dayana Ortega C. fue asesinada por estrangulamiento, estaba en el octavo mes de su embarazo. Nada más solo que el solitario pesar y acompañamiento de sus padres.

No ha sido, a propósito del vil asesinato de Belén dentro de una institución policial, que la sociedad descubra que la policía nacional, su tropa, mandos medios y oficiales de alto rango, están corrompidos hasta el tuétano. La podredumbre de esta institución ha sido de siempre. Sus elementos han incurrido en todos los delitos tipificados por la ley,  y en otros que el mismo COIP no los considera. Trafican, asesinan, torturan, desaparecen, roban, están vinculados al contrabando, falsifican, hurtan;  ni entre ellos se perdonan, se robaron más de 700 millones de dólares de su seguridad social (ISFA), femicidio, trata de personas, extorción, tráfico de estupefacientes, combustibles y de armas. Han sido capturados por estar atados a la minería ilegal; en fin, esa ha sido su naturaleza por su condición de clase.

Y lo grave es que el régimen nos cree estúpidos. Piensan que, poniendo al frente de la Escuela Superior de Policía a una mujer, las cosas van a ser diferentes. Tannya Varela fue su comandante, ¿acaso por su condición de mujer la policía fue diferente?; ¡no!, estaba en iguales condiciones.

Con el Ministro de Gobierno sucede lo mismo. ¡El general Carrillo es asesino y represivo!, sin lugar a dudas, pero…¿acaso los ministros de gobierno que le antecedieron fueron canonizados? ¿ya nos olvidamos de los Cagueñas, Torbay, Romo, entre otros?, ¿acaso no fueron iguales o peores? Entonces…¿qué vemos?, que el problema no es de individuos, que el centro ahí es el Estado, que es caduco, que de ninguna manera responde a intereses colectivos, sino de determinadas clases sociales que oprimen y explotan a las grandes mayorías.

Desde luego que esto no quiere decir que el asesino no debe ser destituido y sancionado, lo que hay que entender que el problema va más allá de los individuos, que es estructural.

Eventualmente podrán reconstituir la policía; empero, sobre la marcha volverá a ser la misma maquinaria represiva, corrupta y criminal, no entender esto es no entender el carácter del estado, de sus instituciones, de quienes las representan.

Ojo, lo mismo sucede con las FFAA, podridas, corruptas y represivas. Cobardes con las bandas delincuenciales que se devoran a pedazos a las masas, víctimas que son lloradas en silencio por sus familiares porque fuimos engañados y emboscados con eso de que se “matan entre delincuentes”, entonces el Estado delimita, muertos buenos y muertos malos. Los muertos malos no importan, son de los guasmos, de los arrabales. Los otros muertos invisibilizados por las estadísticas, no pasan de ser números , sin entender que atrás de las cifras hay hombres y mujeres que son víctimas del estado, del mal manejo de los gobiernos, de la violencia que éstos la generan cuando propician el hambre, la desocupación y la misma descomposición de sus ciudadanos.

Esperamos que a la muerte de cualquier hija o hijo del pueblo las masas vuelvan a desbocar, es lo correcto, que no sea calentura de momento, de hecho, hasta con fines electoreros, debe ser una respuesta constante, que martille, que hinque, que debilite las estructuras de la sociedad actual hasta hacerla caer, irremediablemente.

Si redoblan tambores en las calles, que sea marcando el paso para la guerra, para construir instrumentos que nos permitan destruir toda la podredumbre del estado burocrático-terrateniente y de la vieja sociedad, no dejar piedra sobre piedra de sus cimientos, solo ahí podremos construir un nuevo Estado, nuevos organismos de control que respondan a los intereses de clase, sí, de obreros y campesinos.

No podemos insistir en poner curitas o venditas al viejo Estado; no podemos pedir que le pongan una mano de pintura a los aparatos represivos del viejo estado, eso es reforma, no sirve, no cambia nada, lo que las grandes mayorías debemos hacer es demolerlos y  enterrar, para siempre, esas añejas instituciones.

¡SOLO CON LUCHAS SE CONQUISTAN DERECHOS Y LIBERTADES!

¡ORGANIZAR, COMBATIR Y RESISTIR!

 

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