El proletariado y
pueblo oprimido del Ecuador, además de ser partícipes de esa gran conmemoración
elevada a una consigna de guerra en contra del imperialismo, el viejo poder y
sus aliados, el revisionismo y el oportunismo, celebra, además, un aniversario
más del “bautizo” de fuego de la clase obrera llevado a cabo el 15 de noviembre
de 1922.
Precisamente después
del triunfo de la revolución proletaria de octubre en Rusia-1917, por el mundo
recorre la idea de que la revolución deja de ser una posibilidad, una ilusión,
para convertirse en una realidad concreta, palpable, y desde luego, en los
países oprimidos por el imperialismo, campesinos, obreros, trabajadores pobres
sujetos de la explotación feudal, semifeudal y capitalista, encuentran, en la
revolución proletaria, la suficiente fuerza internacionalista y la resonancia a
sus propósitos, ven en el proletariado a la clase capaz de aglutinar y dirigir
a esas masas explotadas por el camino de la revolución ligada íntimamente a la
lucha antiimperialista.
En 1919, en el
Ecuador, la incidencia del triunfo bolchevique cobra una sinergia
impresionante. Las librerías se llenas de textos alusivos al triunfo de la
revolución y se masifica la difusión de textos de Marx y Engels. La figura de
Lenin es reconocida mundialmente.
Se da forma a
organizaciones que tratan, desde un esfuerzo pragmático, a la conformación de
sindicatos, asociaciones campesinas, obreras, todas, de una u otra manera,
adscritas a los vientos de octubre.
Sobre esa dinámica, en
1922, las masas ya están dotadas del impulso bolchevique y confrontan la
situación económica y política del país desde otra perspectiva.
El régimen devenía de
tumbo en tumbo, sumido en una impresionante crisis económica que entre otras
cosas tenía asidero en ese lastre económico y político que nos endosaron las
potencias imperialistas después de la Primera Guerra Mundial; la depreciación
del sucre ante el dólar estadounidense, la falta de divisas producto de
excesivas importaciones y una notable baja en las exportaciones, sobre todo del
cacao, principal producto de exportación que sufrió una importante pérdida de
valor en su comercialización en el extranjero, alto costo de la vida; miles de
trabajadores se quedaron sin empleo y desde luego, las condiciones de
precarización laboral que fomentaban el creciente descontento popular.
En 1922 los
trabajadores de la provincia del Guayas ya estaban organizados en la
Confederación Obrera del Guayas, que, sin tener la correcta dirección política
ante la inexistencia de un Partido Comunista organizado y pertrechado de la
ideología correcta, asume la tarea de confrontar al régimen comprador,
explotador y represivo de José Luis Tamayo.
Al frente de los trabajadores se pusieron
liberales radicales, socialistas, anarquistas, pero, sobre todo, obreros que
esgrimían la revolución proletaria en Rusia como el referente emblemático que
convocó a la clase obrera y al pueblo a salir a las calles a combatir a la
represión y al régimen reivindicando mejora salarial, reducción de las horas de
trabajo a la semana y, sobre todo, la incautación de los giros internacionales
para evitar la especulación con la venta. Finalmente, en los primeros días de
noviembre de 1922 se decretó en Guayaquil la primera gran huelga de
trabajadores.
“…hasta hoy el pueblo ha sido cordero, pero mañana se convertirá en
león”.
Con esa consigna
emitida desde la confederación obrera, durante una semana Guayaquil estuvo
sumida a las tinieblas, sin energía y alumbrado público, ya que los
trabajadores de la empresa eléctrica se mostraron combativos y decididos en sus
acciones; no hubo abastecimiento en los mercados, los trabajadores se negaron a
trabajar, miles de hombres empezaron a desfilar por las calles paralizando
completamente la actividad comercial, industrial, social y económica de
Guayaquil.
El 15 de noviembre de
1922 la huelga llega a su punto más álgido y combativo. Las masas proletarias y
el pueblo oprimido y explotado se lanzan a las calles donde chocaron
violentamente con fuerzas policiales a quienes desarman, les causan bajas
importantes generando una situación de violencia revolucionaria generalizada
que comprometió la estabilidad del régimen de Tamayo.
La respuesta no se
hizo esperar, las hienas de la reacción redoblaron sus efectivos y arremetiendo
violentamente a las masas armadas que terminaron por entregar sus valiosas
vidas no antes haber combatido ejemplarmente. La situación fue aprovechada por
los militares para hacer extensiva la represión a las masas y ocasionar cientos,
miles de muertos, difícilmente cuantificados en la medida que sus cuerpos
fueron lanzados a las aguas del río Guayas.
Se consumó la
masacre, pero el costo fue importante para la reacción puesto que los
trabajadores insurrectos también infringieron bajas importantes entre la
represión. Empero, también logró consumarse el primer grito y acción e guerra
del proletariado del Ecuador sobre la base de la violencia revolucionaria que
circunstancialmente rebasó a la falta de una correcta dirección ideológica y
política de la huelga.
En un país como el
nuestro donde para entonces el centro de efervescencia revolucionaria se
centraba en el campo, en las luchas agraristas por la tierra, en contra del
gamonalismo feudal, el 15 de noviembre de 1922 marcó el inicio de la
transformación de la sociedad también sustentada en el aporte de la clase
obrera en términos cuantitativos, pero sobre todo, a la luz de la revolución
proletaria de octubre en Rusia, la necesaria dirección ideológica a las luchas
de la clase, el campesinado pobre y del pueblo en general para la definitiva
derrota del imperialismo, la gran burguesía, los grandes terratenientes y desde
luego, de sus aliados estratégicos, el revisionismo y el oportunismo.
El 15 de noviembre de
1922, el proletariado del Ecuador decide transitar firme y decidido el camino
de octubre. Hoy ese vital esfuerzo ha sido fortalecido al contar con un partido
de nuevo tipo, comunista, marxista leninista maoísta, principalmente maoísta,
aspecto que garantiza el rumbo de las luchas del pueblo, de los trabajadores
explotados se ajusten al objetivo inmediato: preparar la guerra popular,
iniciarla y desarrollarla hasta el comunismo.
¡HONOR Y GLORIA A LOS MÁRTIRES DEL 15 DE NOVIEMBRE DE 1922!
¡VIVA EL GLORIOSO 15 DE NOVIEMBRE, BAUTIZO DE FUEGO DE LA CLASE
OBRERA!
¡VIVA EL CENTENARIO DE LA GRAN REVOLUCIÓN PROLETARIA DE OCTUBRE!
¡VIVA EL INTERNACIONALISMO PROLETARIO!
¡VIVA EL MARXISMO-LENINISMO-MAOÍSMO!
¡SIN DIRECCIÓN PROLETARIA NO ES POSIBLE LA REVOLUCIÓN!
¡SI NO LUCHAMOS EN CONTRA DEL OPORTUNISMO Y DEL REVISIONISMO, NADA
HABREMOS HECHO!
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