EL CORONAVIRUS LO JUSTIFICA TODO



No tenemos certeza alguna del verdadero origen del coronavirus, sin embargo, dada la experiencia histórica, consideramos que este virus muy posiblemente es un componente más del arsenal de armas bacteriológicas, víricas y toxicas con las que cuentan las potencias imperialistas (especialmente yanqui).

No puede quedar a la sombra de la historia el hecho de que los EE. UU hayan agredido con gentes químicos (napalm) en el sudeste asiático; el desarrollo del ántrax; la gripe AH1N1, la gripe porcina, así como otros virus letales como el VIH y el ébola, manipulados en laboratorios gringos.

En Cuba, por ejemplo, en 1971 Nixon introdujo -según una fuente de la CIA- en un contenedor el virus de la peste porcina. Los cubanos tuvieron que sacrificar más de medio millón de cerdos. Esta operación la CIA la reprodujo en dos ocasiones.  El virus tipo II del dengue, que produce fiebres hemorrágicas mortales para el ser humano. Eso fue 1981 y más de trescientas cincuenta mil personas resultaron contaminadas, murieron 158 personas, de ellas 101 niños.

Desde luego, no pequemos de ingenuos pensando que la misma China, Rusia, Israel y otros países, fundamentalmente de Europa, no cuenten con arsenales de esta naturaleza; el imperialismo en cualquiera de sus manifestaciones es cruento, rapaz, depredador y entre sus planes maneja concepciones maltusianas, sobre todo en aquellos países que los consideran estratégicos para sus propósitos. 

El impacto que tiene en el Ecuador el coronavirus es decidor. En la actualidad ya son 17 los casos confirmados de personas que se han contagiado con el virus. Y en honor a la realidad objetiva, el virus, por sí solo, no genera tanto temor en la población como sí lo hace el saber que el sistema de salud pública es deficiente y que en los últimos años entró en un dramático proceso de desmantelamiento.

Si establecemos una relación entre el número de infectados, el tiempo de infección y la población, el Ecuador es uno de los países latinoamericanos más complicados con el virus; a la vez, es uno de los países con menor posibilidad de ejercer respuestas dada la anémica condición de su sistema preventivo y hospitalario.

No esperemos que el entreguista y represor Lenin Moreno a estas alturas de su gobierno se arrepienta de haber separado o enviado a la desocupación a más de 2.000 trabajadores de la salud; que haya reducido notablemente el número de médicos en los distintos hospitales del país, o, de haber reducido el presupuesto destinado a la salud, mientras ese “ahorro” lo haya destinado a la compra de armamento por 100 millones de dólares para las FFAA y en las última semana, 50 millones de dólares para potenciar el armamento y movilización de la policía. Es decir, priorizó sus ínfulas represivas a la atención o mejoramiento del sistema de salud pública.

No esperemos que, a estas alturas del gobierno, Lenin Moreno recule con la contratación de un circo para “dar alegría a los enfermos” por aproximadamente 3 millones de dólares cuando en plena emergencia sanitaria, los hospitales no tienen desinfectantes ni mascarillas para el personal operativo-administrativo, mucho menos para los pacientes.

El sistema de salud privado es prohibitivo para el pueblo por sus altos costos; entonces tenemos un escenario -para variar- donde este tipo de epidemias, siempre, siempre afectan de mayor menara a nuestro pueblo, a las masas.

Por otro lado, las desgracias de nuestro pueblo son vistas como “oportunidades” por parte de las grandes empresas y los especuladores.

Las grandes cadenas de farmacias y productoras de insumos médicos, a propósito de la emergencia, viven “su agosto”, su fiesta, el incremento de sus ventas y ganancias. Hay que entenderlo, eso es lo que importa y prevalece en una situación, donde el pragmatismo de los vendedores y los especuladores es superlativo.

No hay que desestimar también cómo el régimen ha aprovechado de la crisis generada a partir del desate infeccioso de coronavirus para distraer la atención de las masas de los serios problemas, corruptela, déficit fiscal e inacción pública por parte del gobierno.

Moreno ha encontrado en la “crisis” del coronavirus el argumento para justificar las dificultades que tiene para cubrir el serio déficit fiscal que lo pone en dificultades de atender los más elementales requerimientos de las masas en salud, educación, entre otros.

De igual manera, Moreno se aprestó a tomar medidas económicas a propósito de la caída del precio internacional del petróleo.

El gobierno de turno fijó como precio referencial para calcular el presupuesto del 2020 en 51,3 dólares el barril del petrolero. Al país le cuesta aproximadamente 32 dólares producir un barril de petróleo, que implica la tarifa a las compañías privadas por prestación de servicios y la importación de derivados; sin embargo el precio actual del crudo se desmorona llegando a costar 31 dólares por barril, es decir, el país ha sigue en una cascada de pérdidas.

Pero el problema no es el coronavirus, tampoco el desplome del precio del petróleo, sencillamente el hecho de que el país sea semifeudal ha determinado que su economía siga siendo primaria, extractivista, que dependa fundamentalmente del petróleo. Que sea semicolonial, porque económicamente es sometida por el imperialismo, yanqui, fundamentalmente, y este no permite que se liberen y desarrollen las fuerzas productivas porque nos mantiene cautivos produciendo materia prima y como mercado de sus productos elaborados.

El capitalismo burocrático sigue en crisis. El régimen no encuentra otra salida sino seguir con medidas que a pesar de no mostrarse directamente como antipopulares, definitivamente golpean la economía popular, ya que siempre, siempre los sectores más retardatarios del país, las cámaras de la producción, comercio e industrias trasladan los impuestos y/o aranceles al consumidor final, es decir las masas. Las clases dominantes nunca pierden, salvo cuando les arranquemos el poder por la fuerza.

Si bien es cierto por ahora el régimen no eliminó los subsidios a los combustibles y dejó intocado el IVA, emprendió con una contracción del presupuesto en 1400 millones de dólares; 800 millones en bienes y servicios, y 600 millones en bienes de capital.

“Achica” el tamaño del Estado. Unifica ciertos sectores públicos. Obviamente, mandará a la desocupación a miles de trabajadores de estos sectores.

Golpea a la pequeña burguesía, sobre todo a aquellos que utilizan sus vehículos en el pequeño comercio, emprendedores o negocios con capitales limitados al decretar que aquellos propietarios de vehículos avaluados en más de USD 20.000 paguen una contribución única sobre el 5% del avalúo.

Incrementar en 0.75% las retenciones en la fuente de Impuesto a la Renta en las empresas, como por ejemplo, las del sector bancario, petrolero, telecomunicaciones. Obviamente, ellos trasladarán este nuevo impuesto al consumidor final perjudicando a toda la población, por lo menos a las masas.

Sobre la línea de todos los gobiernos inoperantes y entreguistas, pedir comprensión y auxilio al FMI para que haga los desembolsos de más de 300 millones de dólares ya contratados en meses pasados, y gestionar un nuevo préstamo al exterior por 2400 millones de dólares. Y, por último, para aquellos que ganen desde $801 hasta 1.500, un aporte del 4% y, de $1.501 en adelante, aportan el 8% de su salario. Es decir, como en la época de la feudalidad, el gobierno se apodera de la fuerza de trabajo de los trabajadores del sector público de una manera alevosa y unilateral.

Las medidas, definitivamente, difícilmente van a poder cubrir el déficit fiscal, pero han sido tomadas con visión política, pensando en las próximas elecciones y tendiendo “puentes” con la mayoría de organizaciones campesinas, indígenas, sindicales y populares que se prestaron para este juego político que pretende una catarsis del régimen.

Hay que desenmascarar las patrañas del régimen, hay que profundizar la lucha popular y no esperar a que el régimen siga profundizando la crisis de las masas; la pauperización del campesinado pobre, la precarización del trabajo, la usurpación de los salarios de los trabajadores y entregar más el país a los usureros de la banca internacional para reaccionar. ¡La rebelión se justifica, aquí y ahora!

A DETENER LA RÉGIMEN ENTREGUIISTA, HAMBREADOR, Y REPRESIVO DE MORENO

A DESENMASCARAR Y COMBATIR AL REVISIONISMO Y OPORTUNISMO QUE TRAFICA CON EL HAMBRE Y LUCHAS DEL PUEBLO

NO AL DIÁLOGO CON EL RÉGIMEN. SI A LA REBELIÓN POPULAR

¡LA REBELIÓN SE JUSTIFICA, AQUÍ Y AHORA!







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