Crece la protesta popular en Imbabura, particularmente en la ciudad de Ibarra. Centenares de indígenas, campesinos, hombres y mujeres del pueblo con correcta dirección política e ideológica se tomaron de la ciudad.
Insistimos, la policía y los militares se radicalizan, pero también dan
muestras de debilidad. Unos disparan, agreden, reprimen, mientras pueden, otros
se entregan, bajan armas y son retenidos por la población insurrecta.
¿Qué los manifestantes son violentos?, ¡por supuesto, no hay otra forma u
otro camino! No nos vamos a dejar jalar por el cuento del diálogo, de las
marchas pacíficas, mucho menos de los fatuos llamados a la unidad, a la paz.
Para el gobierno, para las clases dominantes, para el viejo Estado, la paz
es el cese de las movilizaciones, no entiende lo abyecta que es la violencia
del desempleo, del hambre, de la desesperación, la violencia de la miseria que
carcome día a día al común de los ecuatorianos.
¿Que los militares y policías son también pueblo?; su extracción no dice nada,
su posición de cara a los intereses y las luchas de obreros, campesinos y demás
masas oprimidas lo dice todo. Han escogido el camino de las armas del lado de
los verdugos del pueblo, por lo tanto, si no están con las masas, están en
contra de ellas y deben asumir los riesgos y la cuota.
Desde el Centro del País, Chimborazo, un importante contingente de campesinos
de los Comités de Campesinos Pobres marcha decididamente a la capital. No hay
fuerza armada que los detenga, su indómito espíritu guerrero los coloca en el
lugar donde la historia necesita ser escrita con estas importantes jornadas de
lucha.
NO HAY CABIDA A LA
NEGOCIACIÓN, LA SALIDA DEL BANQUERO, ¡LA ÚNICA SOLUCIÓN!
¡A FONDO Y HASTA
EL TOPE, HASTA DERROCAR AL BANQUERO!
¡LA REBELIÓN SE
JUSTIFICA!
¡SOLO CON LUCHA SE
CONQUISTAN DERECHOS Y LIBERTADES!
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