Hay que decirlo una y tantas veces sea
necesario; el viejo Estado burocrático-terrateniente vive una crisis profunda:
el sistema de gobierno, la democracia de grandes burgueses y grandes
terratenientes está anémica, enferma; su institucionalidad podrida, se
desmorona.
Las permanentes luchas que ha desarrollado
nuestro pueblo ha aportado para que esta crisis se atice. El último levantamiento
indígena-campesino-popular, desenmascaró y atizó el debilitamiento del gobierno
de la burguesía compradora; pero alertas, atrás de este escenario, también
están las contradicciones Interimperialistas que son llevadas al plano
nacional.
Que Lasso haya decretado la «muerte cruzada»
expresa el clímax de las contradicciones entre las facciones burguesas. El
revisionismo y el oportunismo se reacomodaron, traicionaron sus principios y a
sus tiendas políticas; por un lado, hicieron lo posible por salvar al banquero
del juicio político, del otro lado, por su enjuiciamiento, pero pudo más la
resignación del banquero y mandó a la casa a todos los asambleístas que hoy se
tiran de los cabellos, ya que, por ahora, no podrán seguir parasitando del
aparato burocrático.
Para las pretensiones políticas de electoreros,
la muerte cruzada se vino como un balde de agua fría, porque entorpece sus
propósitos, los empuja a las componendas y alianzas para precipitar la payasada
electiva. Para el imperialismo también es un sacudón, porque en alguna medida,
por poca que sea, le desajusta sus planes para el país y la subregión; se ven
en la necesidad de hacer una reingeniería de sus procedimientos.
Con la muerte cruzada, las contradicciones
intrerburguesas se atizan, se vuelven más virulentas, y nosotros, los
comunistas, no podemos, en nombre de la institucionalidad, la democracia y la
Constitución en abstracto, lanzar a las masas a las calles para que defiendan
algo que no les pertenece, que nos les beneficia, que, por el contrario, las
tiene sumidas en la miseria y la violencia.
Hay que entenderlo, la democracia, el Estado,
no son instituciones universales, tienen carácter de clase, por lo tanto, están
diseñadas para servir a los intereses de la única dictadura cierta, cuyo
sistema de Estado se expresa en el Poder de la gran burguesía y de grandes
terratenientes; que también cuenta a su favor con todo el andamiaje de la
superestructura: aparatos represivos, cultura, educación, Estado, ideología,
etc.
¡Si se matan entre ellos, que se maten!, no nos
compete, en absoluto, tomar posición en esta bronca Interburguesa; nada tenemos
que salir a defender; lo que concierne al proletariado y sus organizaciones, a campesinos
pobres y demás masas explotadas y oprimidas es seguir combatiendo a este
régimen ( mientras dure) y a cualquier gobierno que venga, indistintamente de
la tienda política a la que pertenezca, porque nuestras reivindicaciones,
nuestras aspiraciones, nuestros sueños, no caben en sus ánforas, mucho menos en
el cuchitril de la Asamblea, presidencia o cualquier otro escenario institucional
que sostiene el viejo estado.
Salgamos a las calles, pero a protestar por la
falta de empleo, la violencia, hospitales sin medicinas ni médicos; salgamos a
las calles a conquistar derechos y libertades. La «muerte cruzada» le faculta
al banquero a tomar decisiones unilaterales vía decretos; aprovechará para
aplicar algunas reformas laborales que precarizará el trabajo, y no podemos ni
debemos permitirlo. Nada justifica en esta coyuntura derramar una sola gota de
sangre o abonar a que la vieja democracia se perfeccione, a que el viejo estado
se reencauche; menos cuando el único esfuerzo y propósito posible, coherente y objetivo
es la construcción de nuevo Poder, tarea que solo será posible sobre las ruinas
del viejo estado, de su vieja democracia y de toda la institucionalidad sobre
las que se asienta.
Los oportunistas de toda laya ya se pronuncian
y se oponen a la «muerte cruzada», dicen, que no es constitucional, no cumple
con lo señalado en la ley con relación a la conmoción interna. Ahora se ven
obligados a tomar la iniciativa política: Yaku Pérez, Torres, Villavicencio,
Arauz, Nebot y otros alistan su arsenal electorero, nos siguen dando circo,
mientras tanto las masacres no paran, la emigración crece, la corrupción
campea, y no hay que desestimar la posibilidad de que las FFAA también afinen sus
cálculos de gobernabilidad.
Pueblo del Ecuador; una vez más, y como siempre,
el electorerismo nos lleva a esta crisis y contradicciones. No podemos olvidar
que indígenas, campesinos, asambleístas de partidos de izquierda se hayan
alineado con el banquero, vendieron sus conciencias prostituyendo sus
comportamientos políticos, ¿qué decimos con esto?, que no debemos creerles, que
el proceso electoral se viene, y con él un engaño más, no importa si los
pregoneros de la mentira son las sobras de este gobierno miserable, el
correísmo, Pachakutuik, Izquierda Democrática, o cualquier partido oportunista
que básicamente buscan el reacomodo político y su reproducción en un escenario
como el de la institucionalidad burocrática ya podrido, inservible, salvo para
aquellos que quieren traficar con el hambre, el dolor de las masas y llevarse
el presupuesto en hombros.
Pueblo del Ecuador, no tomar partido por
ninguna de las facciones burguesas en conflicto, tanto la burguesía compradora
hoy representada políticamente por Lasso, como la burguesía burocrática
representada por Correa, son tus enemigos de clase, a nosotros solo nos
corresponde organizarnos, combatir y resistir mientras ganamos espacios de
reproducción ideológica y política que nos permitan desatar la tormenta
obrero-campesina.
¡ORGANIZAR, COMBATIR Y RESISTIR!
¡SOLO CON LUCHAS SE CONQUISTAN DERECHOS Y
LIBERTADES!
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