EL IMPERIALISMO Y LA ESPADA DE DAMOCLES

Se metieron en Afganistán y perdieron. ¡Salieron con el rabo entre las patas! Mudaron de rumbo. Fueron a minar y convertir en un vertedero de sangre en Irak; sin embargo, hasta la fecha no han podido consolidar posiciones políticas a su favor por la resistencia planteada abierta y militarmente por las Fuerzas de Movilización Popular que, en fin de cuentas, son mucho más que “una piedra en el zapato” para el imperialismo yanqui y el sionismo patibulario.

Los EEUU han apoyado abiertamente la criminal agresión a Gaza por parte de Israel; ahora no pueden salir del atolladero. A duras penas mantienen sus líneas exteriores en condiciones muy difíciles, con un ejército sionista desgastado, con la moral entre las pesuñas y recogiendo muertos provocados por una resistencia forjada en eso, en combatir y resistir. Lo que han conseguido a medias es sostenerse sobre una tierra totalmente arrasada en su infraestructura, cerca de 50.000 víctimas, toda la franja destruida; no obstante, la victoria les es esquiva.

No hartos de su sevicia, se fueron por Líbano. Se dieron con la piedra en el hocico. Tuvieron que poner un alto, detenerse, saben que se les vuelve otro Afganistán, o quizá, otro Vietnam; o algo peor.

Han agredido a Yemen. No van más allá de donde han ido. Saben que Afganistán es un paseo con relación a Yemen, particularmente, teniendo al frente a los Hutíes.

Se enfrascaron en una lucha Interimperialista con Rusia utilizando suelo ucraniano. Un aprieto que nos tiene al borde la tercera guerra mundial.

Ahora vuelven sobre Siria. Activaron sus mercenarios y han logrado controlar el país. Todo apunta a acercarse lo más posible a Irán y Rusia.

Es lo que hay, es en lo que han convertido a los países del tercer mundo. Un centro experimental para medir fuerzas, para cotejar armamentos, paras desplegar planes estratégicos, apoderarse de recursos y someter a pueblos que más allá de la inexistencia de fuerzas armadas, equipamiento militar, tecnología, tiene lo que el imperialismo no conoce: dignidad, voluntad, pero, sobre todo, las suficientes motivaciones históricas pasar sostener inclaudicablemente una guerra justa incapaz de ser derrotada por nadie.

Redoblan los tambores de la Tercera Guerra Mundial. Hoy el teatro operacional son los países del tercer mundo. ¿Les alcanza con eso?, ¡no!, ¡Imposible!, saldrán derrotados más allá del reguero y sangre y destrucción que dejen en el camino.

El armamento no lo decide nada. Solo miremos todo lo que emplea Israel en Gaza y Líbano, armas modernas, apoyo de Europa y obviamente de los EUU. Matan gente, destruyen, pero se estancan, valen mierda, son unos carniceros. Ellos, el imperialismo y el sionismo creen que la guerra se gana con misiles balísticos, dinero, hombres, tecnología y otras chucherías más. La guerra se gana sobre la base de los principios. Lo hemos dicho, el tema pasa por el carácter de la guerra, si son justas o no. Eso delimita los resultados finales.

Los países hoy agredidos militarmente, son parte del tercer mundo, nos vincula esa particularidad, nos hermana y, definitivamente, nos compromete en aunar esfuerzos en la lucha antiimperialista.

Esa sangre gazatí huele a polvo derretido, a olivo, a sausan y amapola; huele a victoria, y como lo dicen los camaradas del Perú; a pólvora y dinamita, carajo, a pólvora y dinamita, carajo.

¡VIVA LA HEROICA RESISTENCIA DE LOS PUEBLOS QUE LUCHAN CONTRA EL IMPERIALISMO!

¡ORGANIZAR, COMBATIR Y RESISTIR”

 

 

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