NI VOTAR, NI ANULAR, LO CORRECTO: ¡DESTRUIMOS LOS SÍMBOLOS DE LA DEMOCRACIA BURGUÉS - TERRATENIENTE!
El
triunfo electoral de Alianza País era previsible. El imperialismo y la
dictadura burgués-terrateniente requieren de este régimen para dar continuidad
al proceso de reestructuración del viejo y caduco aparato estatal.
Se terminó la campaña de tráfico con la
miseria y necesidades que apremian a nuestro pueblo. Ni los representantes de una expresión
minoritaria de la burguesía compradora (Noboa, Lasso), ni la izquierda
revisionista y oportunista (Acosta, MPD, Montecristi Vive, Pachakutik) han
podido con la demagogia correìsta y han sucumbido en el discurso mentiroso y oportunista:
unos ofreciendo la riqueza, los otros, el revisionismo, hacer la “verdadera
revolución” desde las urnas sin considerar la necesidad de que para construir
primero hay que destruir.
Por
otro lado la campaña de NO VOTAR fue un éxito, más allá de que tuvo que
confrontar serios problemas de seguridad en su desarrollo por el despliegue
policial diseñado para neutralizarnos, y la necesidad de sobre la marcha apoyar
a las masas en sus luchas reivindicativas cuyos métodos nos aproximan más al
desarrollo de la Guerra Popular.
La
dirección proletaria en este proceso ha sido determinante porque no permitió
que se filtren corrientes pequeño burguesas que siempre pretenden distorsionar
los objetivos y mecanismos de lucha que tienen las masas organizadas bajo un
solo propósito: la revolución de Nueva Democracia.
En
este nuevo escenario de lucha generado a partir de la continuación del régimen
fascista y corporativista de Correa, debemos propender a consolidar en caliente
la unidad obrero-campesina-popular para fortalecer los instrumentos con los que
deben contar las masas a fin de poder materializar la revolución de nuevo tipo.
El
capitalismo burocrático en su proceso restaurador vive tres etapas, la
preparación que se dio con la Constitución de Montecristi, la aplicación y
consolidación que se da con este régimen que le hace vivir a las masas la falsa
ilusión constitucionalista-revolucionaria y la crisis que inevitablemente se
vendrá y que debe ser aprovechada por el proletariado y sus aliados, los
campesinos pobres, la pequeña y mediana burguesía para dar inicio a la
destrucción objetiva del viejo estado, pues solo sobre sus ruinas podremos
levantar lo nuevo: Nuevo Poder, Nueva Democracia, nueva dictadura (obrero-campesina),
y un nuevo camino al socialismo.
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