El 19 de marzo se
cumplió una nueva jornada de movilización y lucha de las organizaciones
populares en contra del régimen fascista de Rafael Correa.
Si bien es cierto el
gobierno de Alianza País y sus aliados, instrumentando el nuevo Código Penal y
sus draconianas leyes que pretenden neutralizar la organización, movilización y
protesta popular; la militarización de la marcha con la presencia
de miles de policías y militares, la corporativización del movimiento obrero-campesino,
el fomento de organizaciones “paralelas” apoyadas en dirigentes “vendidos” al
gobierno, no lograron detener la legítima movilización del 19 de marzo que por
el contrario, fortalecida, emite claros mensajes al gobierno de que el pueblo
no está dispuesto ni va a permitir que siga arreciando con su programa
reformista que solo ha generado mayor desocupación, alto costo de la vida,
inseguridad, violencia y desesperanza en el seno del pueblo.
Poco a poco las masas
van perdiendo miedo al régimen policíaco y cada vez se pronuncian de manera más
decidida, combativa y sobre todo objetiva, pues en el camino de la creciente
protesta popular se van develando las verdaderas intenciones, por un lado del
régimen, y por otro, el de los dirigentes revisionistas y oportunistas que mantienen
cautivas a las masas en las organizaciones oportunistas y revisionistas, tanto
las que apoyan a Alianza País como aquellas llamadas de “oposición”.
La diferencia en la
movilización la marcaron los campesinos de Riobamba, quienes desatando su
profundo descontento contra el régimen desbocaron con una movilización que
rompió los límites interpuestos por su dirigencia oportunista, llegando
inclusive a poner “en riesgo” la seguridad del fascista. "Esa gente nos estaba esperando, fue una
emboscada para generar disturbios, cobardes tirando piedras"-manifestó el fascista-, sin entender que
obreros, campesinos y pobladores explotados, perseguidos y criminalizados le
profesamos profundo odio de clase.
No diferente fue la
exitosa participación del Frente de Defensa de los Derechos de los Trabajadores
de Imbabura, Ibarra, donde se pudo convocar a un importante colectivo de
sindicatos quienes, además de su alto grado de movilización-combatividad,
dejaron sentada la importancia de la INDEPENDENCIA DE CLASE, ya sea en estas
movilizaciones como en la perspectiva de la lucha que se ve venir. Es decir, hay
que combatir al régimen y sus aliados, sin que esto quiera decir plegar a la
oposición manejada por la banca y el revisionismo, no ser lastre del
oportunismo que persiste en “cabalgar” sobre las masas para mantenerlas
extraviadas en el camino burocrático.
Marchamos, sí, pero
combatiendo al régimen, pero también combatiendo al revisionismo y al oportunismo,
desenmascarándolo y proponiendo a la clase y a las masas una vía coherente de
lucha para desmontar al fascista de sus oscuros propósitos pro imperialistas,
explotadores y represivos.
El 19 de marzo se ha
logrado imprimir una derrota política al régimen. No fue suficiente que éste
una vez más sacara a sus organizaciones para contrarrestar la marcha. Miristas,
miembros del PCE (cabezones), brigadas alfaristas, socialistas, indígenas y
campesinos aupados en torno a la FENOCIN y otras organizaciones campesinas, se
convocaron en la plaza de la Independencia para intencionar el contrapeso a la
marcha. El régimen sabe de eso, aprendieron de la reacción en el Perú, saben
que contraponer masas contra masas le otorga “fortaleza” o “legitimidad” a sus
planes corporativos. De todas maneras el régimen pone “las cartas sobre la
mesa” y hay que asumir el reto. Combatir al oportunismo y al revisionismo es combatir al régimen.
Combatir al régimen lleva implícita la tarea de combatir al imperialismo, es un
reto que la alianza obrero-campesino la asume de manera decidida.
Hoy el gobierno
sostiene que “hubo infiltración de la CIA
en la marcha”, además advirtió que esa infiltración forma parte del apoyo internacional
que están recibiendo sus opositores de parte de sectores de la derecha.
El fascista calificó
a las marchas, desarrolladas en las principales ciudades del país, como "emboscadas" y dijo que son parte de
una estrategia de las potencias mundiales para desestabilizar su país y "desgastar a los gobiernos de izquierda en
América Latina".
Estas patrañas del gobierno
buscan deslegitimar la creciente y necesaria movilización y protesta popular
que cada vez más tiende a radicalizarse. Además, las declaraciones del régimen,
sobre todo en boca del fascista, son un grito desesperado que denota debilidad
en sus ponencias, en sus medidas. Son clara manifestación de preocupación de
que las masas ya no creen en sus cansinos discursos sabatinos y que la gran tempestad
obrero-campesina se viene encima, no solo en contra del régimen sino del viejo
estado que urge demolerlo, destruirlo, de no dejar piedra sobre piedra para
sobre sus ruinas erigir lo nuevo, la Nueva Democracia, tránsito al Socialismo
(Dictadura del Proletariado).
Hay que dar
continuidad a los importantes niveles de organización que va tomando el
proletariado y demás organizaciones populares. Lo que sucede en Imbabura es
importante, marca la pauta. Está claro, con correcta dirección ideológica del
sindicalismo en el país, las victorias están garantizadas, desde luego, bajo la
necesaria premisa de la independencia de clase.
SOLO CON ORGANIZACIÓN, LUCHA Y CORRECTA DIRECCIÓN IDEOLÓGICA
PODREMOS DESMONTAR AL FASCISTA.
LA LUCHA EN CONTRA DEL RÉGIMEN REFORMISTA DE ALIANZA PAÍS ES
INDESLIGABLE DE LA LUCHA PERMANENTE Y SIN CUARTEL AL OPORTUNISMO, AL
REVISIONISMO Y AL IMPERIALISMO.
A FORTALECER EL MOVIMIENTO SINDICAL, CAMPESINO Y POPULAR CON LA
LINEA IDEOLÓGICA CORRECTA.
¡VIVA EL MARXISMO-LENINISMO-MAOÍSMO!
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