El feminismo
burgués ha pretendido hacernos creer que la liberación de la mujer se refleja
en los niveles de participación que ésta tiene en la producción y en la
actividad política estabulada en los parámetros de la democracia
burgués-terrateniente.
Hoy en día
la mujer tiene ciertas conquistas en cuanto a los niveles de inserción laboral.
Si bien es cierto esta inclusión responde en gran medida a las luchas de corte
democrático-burgués emprendida por las mujeres, también son un reflejo del
reordenamiento productivo del viejo estado que requiere dinamizar y profundizar
las relaciones de producción con la finalidad de coberturar a un mayor número
de trabajadores ajustados a la dinámica de las grandes empresas, del latifundio,
de sus procesos de acumulación, y de su mano, de explotación a los trabajadores.
El Ecuador
es semifeudal y semicolonial. Esta caracterización evidencia que en las
relaciones de producción en el país, las mujeres somos sometidas a mayores
niveles y formas de explotación que son recreadas por su condición de mujer,
esposa, indígena y sobre todo de trabajadora. Aspectos muy particulares de
nuestra sociedad.
Pero no
diferente sucede con los niveles de participación que ha conquistado la mujer
dentro de los instrumentos políticos de la vieja democracia y de la
institucionalidad estatal.
No porque
una mujer sea partícipe de las elecciones o pueda conquistar escalones en la
asamblea, ministerios o demás cargos de responsabilidad política quiere decir
necesariamente que ha logrado dar saltos emancipadores, pues en términos
objetivos, solo se ha puesto a la cola de la gran burguesía y grandes
terratenientes para fortalecer los aparejos de explotación, sometimiento y
opresión a las masas trabajadoras del país donde prevalece la posición de clase
sobre cualquier otro tipo de condición.
La verdadera
liberación de la mujer se manifiesta en el rol que cumple en el proceso de
transformación total de la sociedad, en su puesto de combate en la revolución
de Nueva Democracia y el Socialismo. Esta participación expresa el grado de rompimiento
con las viejas ataduras que colocan a la mujer como un elemento suplementario
en las distintas actividades del hombre y la producción o la cosificación de
ésta como una mercancía valorada desde la visión morfológica del ser humano.
La valiente
participación y lucha de la mujer desde su posición de clase en la Guerra
Popular en la India, Turquía, Filipinas y Perú; en la persistente lucha de las
mujeres junto a los hombres kurdos identificados por su alto nivel de consciencia
en la lucha antiimperialista nos permite cuantificar y cualificar su grado de
concienciación en la acción transformadora de la sociedad y del mundo, en aras
de bregar por el comunismo. Por fuera de esta meta solo anida el feminismo
burgués, la expresión decadente del viejo estado y su vieja instrumentación
política, cultural, educativa y sobre todo ideológica que ubica a la mujer
dentro de sus parámetros de movilidad caducos.
¡VIVA EL DÍA
DE LA MUJER TRABAJADORA, EXPLOTADA Y LUCHADORA!
EL NIVEL DE EMANCIPACIÓN DE LA MUJER SOLO PUEDE SER MEDIDO
POR SU NIVEL DE CONCIENCIA SOCIAL Y PARTICIPACIÓN EN LA TRANSFORMACIÓN DEL
MUNDO A FAVOR DE LA CLASE Y DEMÁS TRABAJADOR@S EXPLOTAD@S.
¡HONOR Y
GLORIA A TODAS LAS MÁRTIRES DE LA CLASE Y DEL PUEBLO!
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