“El
bolchevismo sirve de modelo de táctica para todos”
Lenin
Recurrentemente
nos topamos con tendenciosas y extrañas concepciones que tratan de ajustar los
procesos revolucionarios emprendidos por el proletariado y su aliado “natural”,
el campesinado, a los escenarios geográfico-sociales donde éstos fueron concretados
o en aquellos países donde son llevados a cabo.
Ha venido
sucediendo en el Perú. La guerra popular y la revolución de Nueva Democracia ha
pretendido ser vista como un “fenómeno” muy particular del Perú, constriñendo,
de esta manera, el carácter internacional que tiene cada acción que realiza el
proletariado cuando dirige un proceso revolucionario.
El
pensamiento Gonzalo está bien para ajustarlo a la realidad del Perú, dicen,
pero no entienden que fue erigido en medio de las tareas que asume el proletariado
del Perú y su aplicación a la realidad en concreto; que se nutre de toda la
experiencia del proletariado internacional, que al ser una concepción vinculada
íntimamente a las tareas del proletariado dentro del marco de la revolución
democrática de nuevo tipo, el socialismo, la revolución cultural y el
comunismo, ha pasado a constituirse en parte del arsenal ideológico del
proletariado internacional.
Y eso es
verdad, debe ser así, no debe ser copia y calco de otras revoluciones, debe ser
creadora, pero hay que entender que esta particularidad de ninguna manera es
ajena a la dinámica de la lucha de clases en la arena internacional; que la
incidencia que tiene en el MCI, en el proletariado internacional, en los
pueblos oprimidos del mundo es tan importante que no podemos, ni debemos, verla
como un hecho puntual.
No diferente
pasó con la revolución en Rusia y con el
Leninismo. Proceso al que los ideólogos burgueses y obviamente, el
revisionismo, trató de presentarlo como un “fenómeno” solo aplicable a Rusia, y
no precisamente desde el hecho mismo del proceso, de la revolución, sino de
limitar o constreñir el aporte de Lenin al marxismo desde la experiencia de lucha
del proletariado y pueblo de Rusia, tratando de negar el carácter
internacionalista y su manifestación como segunda y superior etapa del marxismo.
Esos mismos
ideólogos trasnochados desconocen, o niegan, que las obras leninistas no solo
se basan en el análisis de la realidad en Rusia, sino también en la situación económica,
social, política, de otros muchos países
y en la generalización del movimiento y experiencia revolucionaria de la clase
obrera.
La naturaleza
internacionalista del leninismo está refrendada
por el curso de las revoluciones de liberación nacional y socialistas
que subsiguieron a la revolución de octubre, particularmente en el sureste de
Asia y su momento cumbre, la revolución de Nueva Democracia y posteriormente
socialista en China.
Es
importante resaltar lo que sostenía Lenin, repitiendo las palabras de Engels,
llamaba siempre a tener presente que el socialismo, desde que se ha hecho
ciencia, exige que se lo trate como tal;
y como ésta, es el reflejo de la realidad objetiva y no puede ser nacional ni
local por su alcance y contenido. Las leyes naturales y sociales son de
carácter universal. Lo es también la ciencia que descubre esas leyes, y se apoya
en ellas. El marxismo-leninismo, hoy marxismo-leninismo-maoísmo, la teoría del
socialismo científico, es la ciencia universal en el ámbito del conocimiento
social. De ahí que resultan inconsistentes las tentativas de construir diferentes “modelos” de
socialismo: “nacional”, “regional”, “democrático”, “humanitario”, del “siglo
XXI”.
Existen
particularidades en la manifestación de las leyes universales, descubiertas por
la ciencia marxista-leninista-maoísta y corroborada por la práctica
revolucionaria de la clase obrera y sus aliados, que se deben a la situación
concreta en uno u otro país. Precisamente en esto consiste la complejidad
dialéctica del proceso histórico del que Lenin dijera: “un proceso único y lógico, pese a toda su imponente complejidad y a
todo su carácter contradictorio”.
Los
ideólogos de la burguesía, entre esos, el revisionismo, a lo largo del tiempo
han petardeado el carácter internacionalista del proletariado, la necesidad de
su dirección en los procesos de transformación de la sociedad, la revolución y
la construcción del poder bajo su égida, todo sosteniendo la aparente
aplicación mecánica de la experiencia de la Revolución de Octubre.
Lenin
siempre estuvo en contra de la aplicación o imitación ciega y primitiva del
marxismo, exhortaba a “aplicar los
principios generales y fundamentales del comunismo a las peculiaridades de las
relaciones entre las clases, los partidos, a las peculiaridades del desarrollo
objetivo hacia el comunismo, propias de cada país…”
Lenin, de
igual manera, nunca consideró la experiencia de Octubre un modelo válido bajo
cualesquiera circunstancias. No la letra, sino el espíritu, el sentido, las
enseñanzas de la experiencia revolucionaria de la Rusia soviética: eso es lo
que Lenin quería que las fuerzas revolucionarias aplicaran y utilizaran en sus
países. Al mismo tiempo criticaba a quienes se negaban a tomar en cuenta las
regularidades y los principios generales, comprobados por la práctica, advirtiendo
en ello la manifestación de los ánimos nacionalistas burgueses, la incapacidad
de elevarse hasta comprender con claridad las leyes de la lucha de clases y la
verdad de que “el curso general que sigue
la revolución proletaria es el mismo en el mundo entero”.
No hay que
ver en la herencia teórica de Lenin un recetario útil en todas las ocasiones de
la vida, sino una fuente viva de ideas y experiencia revolucionarias que
proporciona a los comunistas la clave para descubrir el contenido principal de
la época contemporánea, para solucionar sus problemas, sus contradicciones cardinales,
pero sobre todo, la evolución y el problema del Poder.
Tampoco hay
que ver en la experiencia de la Gran Revolución de Octubre y en la práctica de construcción del
socialismo (dictadura del proletariado) un “calco”, ni un “cliché” a imitar,
sino hacer de otro ese proceso sistematizado en el marxismo-leninismo, y
después en el marxismo-leninismo-maoísmo, en una guía para la acción.
El enemigo de
la clase y del pueblo, sobre todo de la clase, no es capaz de comprender del
por qué la teoría del comunismo científico sigue siendo una doctrina dinámica,
en movimiento, viva, que inspira a millones de trabajadores del mundo a luchar
por las transformaciones socialistas, o aquellas masas que con dirección
proletaria emprenden con revoluciones de Nueva Democracia, que se inscriben
dentro del curso de la revolución socialista. No entiende por qué las masas populares
de países completamente disímiles por sus particularidades históricas,
económicas y geográficas encuentran en el MLM respuestas a los problemas
candentes de la contemporaneidad, tanto el marco de la particularidad y su
articulación a escala mundial.
¡VIVA LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE!
¡VIVA LOS CIEN AÑOS DE LA GRAN REVOLUCIÓN
PROLETARIA!
¡VIVA EL LENINISMO!
¡VIVA EL MARXISMO LENINISMO MAOÍSMO!
¡SALVO EL PODER, TODO ES ILUSIÓN!
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