EL CARÁCTER INTERNACIONAL DE LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE

“El bolchevismo sirve de modelo de táctica para todos”
Lenin



Recurrentemente nos topamos con tendenciosas y extrañas concepciones que tratan de ajustar los procesos revolucionarios emprendidos por el proletariado y su aliado “natural”, el campesinado, a los escenarios geográfico-sociales donde éstos fueron concretados o en aquellos países donde son llevados a cabo.

Ha venido sucediendo en el Perú. La guerra popular y la revolución de Nueva Democracia ha pretendido ser vista como un “fenómeno” muy particular del Perú, constriñendo, de esta manera, el carácter internacional que tiene cada acción que realiza el proletariado cuando dirige un proceso revolucionario.

El pensamiento Gonzalo está bien para ajustarlo a la realidad del Perú, dicen, pero no entienden que fue erigido en medio de las tareas que asume el proletariado del Perú y su aplicación a la realidad en concreto; que se nutre de toda la experiencia del proletariado internacional, que al ser una concepción vinculada íntimamente a las tareas del proletariado dentro del marco de la revolución democrática de nuevo tipo, el socialismo, la revolución cultural y el comunismo, ha pasado a constituirse en parte del arsenal ideológico del proletariado internacional.

Y eso es verdad, debe ser así, no debe ser copia y calco de otras revoluciones, debe ser creadora, pero hay que entender que esta particularidad de ninguna manera es ajena a la dinámica de la lucha de clases en la arena internacional; que la incidencia que tiene en el MCI, en el proletariado internacional, en los pueblos oprimidos del mundo es tan importante que no podemos, ni debemos, verla como un  hecho puntual.

No diferente pasó con la revolución en Rusia y con  el Leninismo. Proceso al que los ideólogos burgueses y obviamente, el revisionismo, trató de presentarlo como un “fenómeno” solo aplicable a Rusia, y no precisamente desde el hecho mismo del proceso, de la revolución, sino de limitar o constreñir el aporte de Lenin al marxismo desde la experiencia de lucha del proletariado y pueblo de Rusia, tratando de negar el carácter internacionalista y su manifestación como segunda y superior etapa del marxismo.

Esos mismos ideólogos trasnochados desconocen, o niegan, que las obras leninistas no solo se basan en el análisis de la realidad en Rusia, sino también en la situación económica, social, política,  de otros muchos países y en la generalización del movimiento y experiencia revolucionaria de la clase obrera.

La naturaleza internacionalista del leninismo está refrendada  por el curso de las revoluciones de liberación nacional y socialistas que subsiguieron a la revolución de octubre, particularmente en el sureste de Asia y su momento cumbre, la revolución de Nueva Democracia y posteriormente socialista en China.

Es importante resaltar lo que sostenía Lenin, repitiendo las palabras de Engels, llamaba siempre a tener presente que el socialismo, desde que se ha hecho ciencia,  exige que se lo trate como tal; y como ésta, es el reflejo de la realidad objetiva y no puede ser nacional ni local por su alcance y contenido. Las leyes naturales y sociales son de carácter universal. Lo es también la ciencia que descubre esas leyes, y se apoya en ellas. El marxismo-leninismo, hoy marxismo-leninismo-maoísmo, la teoría del socialismo científico, es la ciencia universal en el ámbito del conocimiento social. De ahí que resultan inconsistentes las tentativas  de construir diferentes “modelos” de socialismo: “nacional”, “regional”, “democrático”, “humanitario”, del “siglo XXI”.

Existen particularidades en la manifestación de las leyes universales, descubiertas por la ciencia marxista-leninista-maoísta y corroborada por la práctica revolucionaria de la clase obrera y sus aliados, que se deben a la situación concreta en uno u otro país. Precisamente en esto consiste la complejidad dialéctica del proceso histórico del que Lenin dijera: “un proceso único y lógico, pese a toda su imponente complejidad y a todo su carácter contradictorio”.

Los ideólogos de la burguesía, entre esos, el revisionismo, a lo largo del tiempo han petardeado el carácter internacionalista del proletariado, la necesidad de su dirección en los procesos de transformación de la sociedad, la revolución y la construcción del poder bajo su égida, todo sosteniendo la aparente aplicación mecánica de la experiencia de la Revolución de Octubre.

Lenin siempre estuvo en contra de la aplicación o imitación ciega y primitiva del marxismo, exhortaba a “aplicar los principios generales y fundamentales del comunismo a las peculiaridades de las relaciones entre las clases, los partidos, a las peculiaridades del desarrollo objetivo hacia el comunismo, propias de cada país…”

Lenin, de igual manera, nunca consideró la experiencia de Octubre un modelo válido bajo cualesquiera circunstancias. No la letra, sino el espíritu, el sentido, las enseñanzas de la experiencia revolucionaria de la Rusia soviética: eso es lo que Lenin quería que las fuerzas revolucionarias aplicaran y utilizaran en sus países. Al mismo tiempo criticaba a quienes se negaban a tomar en cuenta las regularidades y los principios generales, comprobados por la práctica, advirtiendo en ello la manifestación de los ánimos nacionalistas burgueses, la incapacidad de elevarse hasta comprender con claridad las leyes de la lucha de clases y la verdad de que “el curso general que sigue la revolución proletaria es el mismo en el mundo entero”.

No hay que ver en la herencia teórica de Lenin un recetario útil en todas las ocasiones de la vida, sino una fuente viva de ideas y experiencia revolucionarias que proporciona a los comunistas la clave para descubrir el contenido principal de la época contemporánea, para solucionar sus problemas, sus contradicciones cardinales, pero sobre todo, la evolución y el problema del Poder.

Tampoco hay que ver en la experiencia de la Gran Revolución de Octubre  y en la práctica de construcción del socialismo (dictadura del proletariado) un “calco”, ni un “cliché” a imitar, sino hacer de otro ese proceso sistematizado en el marxismo-leninismo, y después en el marxismo-leninismo-maoísmo, en una guía para la acción.

El enemigo de la clase y del pueblo, sobre todo de la clase, no es capaz de comprender del por qué la teoría del comunismo científico sigue siendo una doctrina dinámica, en movimiento, viva, que inspira a millones de trabajadores del mundo a luchar por las transformaciones socialistas, o aquellas masas que con dirección proletaria emprenden con revoluciones de Nueva Democracia, que se inscriben dentro del curso de la revolución socialista. No entiende por qué las masas populares de países completamente disímiles por sus particularidades históricas, económicas y geográficas encuentran en el MLM respuestas a los problemas candentes de la contemporaneidad, tanto el marco de la particularidad y su articulación a escala mundial.


¡VIVA LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE!

¡VIVA LOS CIEN AÑOS DE LA GRAN REVOLUCIÓN PROLETARIA!

¡VIVA EL LENINISMO!

¡VIVA EL MARXISMO LENINISMO MAOÍSMO!

¡SALVO EL PODER, TODO ES ILUSIÓN!


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