Los aparatos represivos del viejo Estado son la
columna fundamental sobre la cual se sostiene el poder burgués terrateniente.
Hay que destruirlas en el curso de la revolución de Nueva Democracia; no hay
cabida a su reemplazo. Sin su demolición no es posible la construcción y
defensa del Nuevo Poder
La descomposición del viejo
Estado burgués terrateniente de Colombia es por demás evidente. Sus aparatos represivos
son quizá la expresión más decadente del viejo Poder. Narcotraficantes, torturadores,
artífices de masacres que han lesionado la memoria histórica del pueblo; falsos
positivos, gamonalismo, en fin, un compendio de los más execrables delitos; y
ahora, como corolario, la violación de una pequeña e inocente niña campesina de
13 años perteneciente al resguardo indígena ambira chamo, del municipio Puerto Rico,
Risaralda, por parte de 7 monstruos uniformados adscritos al Batallón San
Mateo.
Hay que entenderlo, no son hechos
aislados, es la práctica cotidiana del aparato militar que desprecia al
campesinado pobre; son actos que simplifican la opresión, control y dominio
absoluto de las masas campesinas en medio de la violenta disputa y repartija de
las tierras de los campesinos pobres, de los desplazados, de los resguardos indígenas;
tierras que sin lugar a dudas terminarán en manos de militares, policías,
políticos, narcotraficantes y, obviamente de los grandes terratenientes.
Tanto en Colombia, como en el
Ecuador, urge desatar la guerra popular; es un imperativo no dejar piedra sobre
piedra del viejo Estado; es una necesidad histórica inevitable, destruir total
y absolutamente el viejo aparato militar al servicio del imperialismo., la gran
burguesía y los grandes terratenientes.
Los campesinos pobres y demás
masas explotadas del país, nos solidarizamos con los campesinos pobres de
Colombia que son permanentemente violentados por el ejército, policía; por narcotraficantes,
sicarios del gamonalismo, y también por parte del revisionismo armado.
¡NI PERDÓN NI OLVIDO PARA ESTOS MISERABLES!
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