Desde el payaso que se dice representar a la izquierda del país, Carlos (Yaku) Pérez, hasta lo más recalcitrante de la burguesía compradora, Guillermo Lasso, claramente establecen en sus planes de gobierno la necesidad de “salvar” la dolarización.
Urge preguntarse, ¿la dolarización es compatible con el interés del
país; de los campesinos pobres, en definitiva, de las grandes mayorías de
trabajadores explotados?: ¡no!, ¡definitivamente!
¿A quién beneficia la dolarización? A los grandes importadores, a
los grandes comerciantes; porque resulta más barato importar que producir. Y
cuando hablamos de importar no nos referimos básicamente a maquinaria, materia prima,
vehículos, vestimenta, artículos de primera necesidad, etc., sino también de
alimentos, como es el caso de la importación de fruta, hortalizas, verduras,
como se lo ha venido haciendo durante todos estos años desde el Perú y Colombia.
¿A quién perjudica? Al pequeño y mediano productor. A la burguesía
nacional, porque quiebran, no pueden competir con los grandes monopolios
capaces de importar lo que los pequeños industriales no pueden producir, y si
lo hacen, con costos elevados que resultan nada competitivos en el mercado
local.
A los pequeños campesinos, porque ellos deben comprar semillas,
insumos, alquiler de tierras, etc., lo que encarece la cosecha, mientras que
los importadores, valiéndose (favoreciéndose) del cambio con monedas nacionales de los
países fronterizos, compran a menor precio e inundan el mercado nacional con
estos productos, constriñendo, de esta manera, la posibilidad que los
campesinos tengan un margen de utilidad razonable. La historia se repite,
quiebran, y bajo esa figura abandonan o venden sus tierras que a la vez son
compradas por los acaparadores, especuladores o grandes terratenientes.
La dolarización no permite que el país se industrialice, que desarrolle
sus fuerzas productivas, sino que lo empuja a que refuerce su condición de
semicolonia, ya que por la vía de la deuda externa, entrega de tecnología,
comercio exterior; las potencias imperialistas, sobre todo EEUU, profundizan o
asegura el sometimiento del país.
Los costos de producción nacional encarecidos no solo que manda a la
bancarrota a los pequeños y medianos productores o comerciantes, sino que se
viene el otro efecto, igual de letal para esas economías, reducen sus negocios,
las plantillas de trabajadores, propiciando que de esta manera haya mayor desocupación.
Por otro lado, los trabajadores del campo y de la ciudad tienen que
confrontar ese enorme contingente de inmigrantes de Venezuela, Colombia, Perú y
otros países que vienen al país a vender su fuerza de trabajo (para cooptar
divisas que al cambio en sus países les resulta más rentable) por debajo de lo
estipulado por la ley, ampliando más la brecha entre desempleados, subempleados
y el empleo seguro/estable. Hoy, 2 de cada 10 ecuatorianos está empleado,
trabaja con salario y beneficios de ley; el resto, subempleado, trabaja en la
informalidad o sencillamente está parado.
El déficit estatal se incrementa. El Estado tiene dificultades para
cooptar pago de impuestos, aranceles. Depende del ingreso de divisas desde el
extranjero. Pierde el “señoreaje” de la moneda, es decir, los beneficios que
tiene el Estado por emitir su propia moneda.
El país importa más con relación a lo que exporta. Es decir, la
balanza comercial y de pagos es negativa, entra en apuros en el manejo de su
presupuesto; esa es la razón por la que no tiene recursos para pagar salarios
de trabajadores de la salud, profesores y otros. Es como una trampa que siempre
empuja a que terminemos sometidos por el FMI, su régimen crediticio y todas las
políticas que demanda del Estado; por ejemplo, privatización de empresas del
Estado, reducción de salarios, “achicamiento” del tamaño del Estado, reducción
de inversión en áreas de salud, educación, infraestructura; incremento en
comunicación, energía eléctrica; eliminación de subsidios a los combustibles, etc., aparte de que nos obligan a pagar una
deuda externa contraída por quienes nos gobiernan y se benefician de ella,
mientras que nosotros, los comunes, quienes
en verdad la pagamos, cargamos a cuestas la crisis con todos los bemoles de la
miseria, desempleo, incapacidad material de confrontar la pandemia, etc..
Con la crisis del petróleo (precio internacional del barril) los
ingresos que tiene el país se reducen notablemente, propiciando falta de
recursos y liquidez, empujándonos a nuevas crisis, cada vez más inmanejables.
Con la dolarización, los ricos, los dueños de los grandes medios de
producción se han vuelto más ricos, concentran el 50% de la renta nacional,
mientras que los trabajadores, obreros, campesinos pobres, pequeños comerciantes
formales e informales, se han vuelto más pobres, no llegan a participar ni del
4% de la renta nacional. Es decir, 200 familias concentran los ingresos y
riquezas del país, en desmedro de millones de ecuatorianos que viven en la
miseria, desocupación e indefensión.
Se supone que con la dolarización debían bajar las tasas de
intereses en los bancos. ¡Mentira!, se mantuvieron, hoy se pagan tasas activas
que superan el 20% anual, beneficiando al sector bancario que es uno de los más
grandes beneficiados con la dolarización.
Proletariado y pueblo del Ecuador, la dolarización no te beneficia;
quienes sostienen que si salimos de ella viviremos una crisis irreparable están
mintiendo. ¿Puede haber mayor crisis que la vivimos en la actualidad? Si la
dolarización es beneficiosa, ¿por qué el resto de países del mundo, sobre todo,
del tercer mundo, no han entrado en este magro proceso? La respuesta la
encontrarás en el hecho de que es precisamente aquí, en el país, donde los
grandes terratenientes y grandes burgueses se muestran más serviles al
imperialismo; porque aquí, en el país, el revisionismo, aquellos que se dicen
luchar por los intereses de las grandes mayorías son en verdad aliados
estratégicos del imperialismo y las clases dominantes, les ayudan a detentar el
Poder desde el engranaje electoral, la desmovilización ideológica de los
sindicatos, organizaciones campesinas y populares; de ahí que en el discurso de
campaña estos miserables también repitan la perorata de “salvar” la
dolarización.
Proletariado y pueblo del Ecuador, venga quién venga en calidad de
nuevo gobernante, NO TE REPRESENTA, Por el contrario, está destinado a ser tu
verdugo por los próximos cuatro años.
¿Qué debemos hacer?, luchar por salir de la dolarización; luchar por
no permitir que se privaticen y se entregue a la burguesía depredadora y a las
transnacionales del imperialismo los sectores estratégicos de la economía:
electricidad, hidrocarburos, minería, comunicaciones, etc.; luchar por la no
precarización del trabajo, por un salario que corresponda a la necesaria reproducción
de la fuerza de trabajo; a no ser perseguidos políticamente por hacer uso
legítimo de nuestro derecho a la rebelión, a la protesta; a no ser explotados y
oprimidos. Luchar porque cada brega desplegada por nuestras reivindicaciones de
clase, de pueblo, de nación, aporten al fortalecimiento de la revolución que
inevitable viene tremolando rojas banderas de la Nueva Democracia, el
socialismo y comunismo.
PUEBLO DEL ECUADOR: ¡NO VOTAR!
LA DOLARIZACIÓN
HA SUMIDO EN LA MISERIA A LAS GRANDES MAYORÍAS
AL PUEBLO NO LO
REPRESENTA NINGUNO DE LOS PAYASOS ELECTOREROS QUE HOY TRAFICAN CON LA VOLUNTAD
DE LAS MASAS EN LAS URNAS
¡REVOLUCIÓN O
MUERTE!
¡LA REBELIÓN SE
JUSTIFICA!
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