La Asamblea otorgó la amnistía a
268 personas judicializadas a partir del levantamiento popular de octubre,
2019.
Como no podía ser de otra manera,
la reacción pone por delante a un grupo de dirigentes del correísmo para
deslegitimar el proceso.
Si bien es cierto, los
correístas, los mismos que otrora criminalizaron la protesta popular,
corporativizaron al movimiento sindical creado la nefasta y espuria Central
Única de Trabajadores; los que crearon el COIP, un código penal carcelario y
que tipificó el delito de rebelión, terrorismo, etc., lo que hacían
contramarchas confrontando masas contra masas para dar respuesta a las
movilizaciones de indígenas, campesinos y masas en general que se oponían al
gobierno fascista de Correa; los que también judicializaron a 2.187 personas
por ataque o resistencia; a 198 por paralizar los servicios públicos, y entre
otros, a 43 por terrorismo, ahora asoman, además de beneficiarios, como
portaestandartes de esta lucha que le arrancó la amnistía al viejo Estado.
Pero no solo estos, también están
los del círculo rosa de la Conaie y de Pachakutik, los que han traficado con
las luchas del pueblo con sus protervos fines electoreros y que hoy parasitan
en la Asamblea con el anaco levantado ante el banquero y, sin lugar a dudas,
también aquellos que fueron capturados por luchar de manera consciente en
contra del régimen del vendepatria, miserable y traidor: Lenin Moreno.
Pero nosotros, los comunistas,
los campesinos pobres pero combativos, que no nos alineamos con las
organizaciones electoreras; los obreros, que militamos en sindicatos coherentes
con sus propósitos y las luchas de la clase y del pueblo, reivindicamos a
VICTOR GUAILLA; un campesino pobre de la comunidad San Pedro de Yumate en
Molleturo, provincia del Azuay ajeno a la
horda de correístas o de la dirigencia indígena o sindical domesticada; que fue
sentenciado a 5 años por terrorismo y posteriormente encerrado en la
Penitenciaría del Litoral donde le dieron muerte de forma horrorosa, cruenta, en
manos de las bandas criminales que viven a la sombra del viejo Estado
burocrático-terrateniente.
Al compañero Víctor Guaylla no le
alcanzó la amnistía, se lo devoró la penitenciaría, se lo devoró el Estado; el
no pertenecer al grupo de privilegiados de Pachakutik, se lo devoró el olvido.
Nuestros compañeros del FDLP-EC también
se han visto beneficiados de esta amnistía, aún sin buscarla, aún sin
pretenderla, pero que no se equivoquen, la amnistía no es un pacto de paz, como
lo señala la perra aquella, la presidenta de la Asamblea, Guadalupe Llori; no
se trata de un acto de reencuentro y conciliación, por el contrario, nos
compromete a luchar de manera más decidida contra este régimen que decididamente
camina al fascismo.
Los berrinches del gobierno por la amnistía
son parte del juego al que nos quieren meter. La reactivación de los “camisas
negras”, en Quito, que se creen que la ciudad es una de sus añoradas haciendas
feudales también amenazan, y directamente gritan: ¡NO VAMOS A PERMITIR QUE LOS
INDIOS VENGAN A DEESTRUIR LA CIUDAD OTRA VEZ! Chillan como guarichas, y tienen
oídos receptivos en la prensa más recalcitrante que los solapa en sus
noticieros.
Hay que preparar un nuevo
levantamiento popular, es lo que vamos a hacer, y tiene que ser contundente.
Ellos, la otra colina, preparan la “muerte cruzada”, se limpian con la
institucionalidad que dicen defender; se limpian con la Constitución, que dicen
está por encima de cualquier interés. Persisten en correizar la lucha de clases
para deslegitimar la lucha de las
grandes mayorías de campesinos, como aquella que están llevando a cabo los pequeños
productores de banano, a quienes no les quieren pagar el precio justo por la
caja de banano, más sí dejar un gran margen de utilidad en beneficio de los
intermediarios y exportadores; la lucha que lleven adelante los campesinos
contra la voracidad de las grandes empresas mineras o, la necesaria lucha que
debemos desatar por evitar las privatizaciones, el alto costo de los
combustibles, el desempleo.
El régimen no para la
delincuencia cruenta en las calles. Personas decapitadas, colgadas de puentes
peatonales, masacres diarias, la inacción es evidente, porque quieren que
vivamos en medio de esa zozobra, porque quieren transpolar esa violencia
delincuencial a nuestras voluntades de lucha, nos quieren amedrentar
haciéndonos ver que la suerte de los masacrados, de cualquier hombre o mujer
del pueblo, puede ser peor que la miseria en la que vivimos.
A la mierda la Asamblea; que se
vayan todos, absolutamente todos. Al carajo el gobierne, que se larguen todos.
No necesitamos nueva Asamblea, tampoco nuevo presidente, necesitamos Nueva
Democracia, un nuevo Estado de obreros y campesinos, y cada lucha, por sencilla
y elemental que sea, debe aportar a esa gran minguería que solo será posible
con guerra popular.
COMPAÑERO VÍCTOR GUAYLLA,
EN EL CORAZÓN Y LUCHAS DE LA CLASE Y DE LOS PUEBLOS OPRIMIDOS DEL MUNDO
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