QUE LOS MUERTOS Y EL MIEDO LOS PONGA LA GRAN BURGUESÍA

23 asesinatos en la llamada zona 8 del Guayas; 7 asesinados en una tenaz masacre en Esmeraldas, incluidos 2 niños en feriado de semana santa. En otros casos desmembrados, decapitados, ataques con explosivos a viviendas, son las noticias cotidianas, aceptadas como si se tratase de hechos normales; a esto le sumamos otro tipo de informes que dan cuenta de despidos, incremento de desempleados, falta de  medicamentos en los hospitales, suicidios, y las no menos importantes noticias sobre corrupción en la Asamblea, compra de ministerios, etc., poco a poco la población va familiarizándose con estos fenómenos sociales propios de una sociedad caduca, de un Estado en bancarrota y la imposibilidad que tienen las clases que detentan el Poder de seguir gobernando  como lo han venido haciendo durante siglos.

Aceptar como normal que haya violencia, tráfico de drogas, corrupción, explotación, miseria, hambre, masacres, descuartizados, etc., es alinearse con aquello conocido como normosis, una patología social que termina por aceptar todo lo malo como normal, como propio de un designio divino o de un problema circunstancial presentado por la incapacidad que tienen los gobiernos de turno de solucionar toda esta tormenta que ahoga la vida de las grandes mayorías.

No podemos aceptar el escenario que tenemos entre las manos y que abruma a las masas como si se tratase de algo normal, con lo que debemos vivir obligatoriamente. En las barriadas pobres ya no se vive, ¡se sobrevive!, con las puertas cerradas, al apuro, al susto. Los jóvenes son empujados a argumentar de cualquier manera la vida, ganarse el sustento diario a cuenta gotas, mientras tanto hay que confrontar la corrupción institucionalizada y la delincuencia burocratizada, apéndices de esta caduca sociedad.

No hay con qué sostener los hogares, los emprendimientos quiebran, no hay recursos, se convierten en la antesala de lo que vendrá después: pandillas, cárcel, muerte y una espiral que tiene una misma base, un problema estructural que se expone, entre otras cosas, en la agresiva desocupación que crece de manera desproporcionada y que en definitiva termina por afectar básicamente a las masas.

Hay que entender que la corrupción es consustancial a la práctica de la gran burguesía y del capitalismo burocrático. Cuando en el último cuarto del siglo XIX se da paso al Capitalismo Burocrático en el país, la corrupción ha jugado un papel determinante en el proceso de apropiación ilegal de las tierras comunitarias, en la creación de “ejércitos” privados cuyos componentes han sido precisamente el lastre de esa sociedad, los delincuentes.

El pillaje, el robo, el asesinato han sido las prácticas que han utilizado la grande burguesía y los grandes terratenientes para detentar el Poder, acrecentar su riqueza y sostener el régimen de explotación del campesinado pobre y demás trabajadores.

El desangre de la sociedad no se da en las urbanizaciones privadas de Samborondón, para nada, ahí viven bajo la protección armada de la policía, de las empresas de seguridad. Bien lo ejemplifica Carlos Vera, percibe de un canal del Estado (TC) 26.000 dólares mensuales, el equivalente a lo que ganan 62 trabajadores en un mes y que se queja porque su escolta (es un individuo particular, no es funcionario de estado o cosa por el estilo) no tiene un vehículo con aire acondicionado, etc., etc.

Son cínicos, miserables, les importa un carajo la sangre que se derrama día a día; precisamente, mientras se escribía esta nota, 11 personas más eran asesinadas en el país y ellos, la gran burguesía, nos pone por delante sus conflictos, la salida de Glas de la cárcel, la pugna por la Asamblea, etc., les es más importante porque es en escenario donde dirimen sus contradicciones interburguesas.

¿por qué la violencia de las calles no toca la puerta de la gran burguesía?; ¿por qué las masas tienen que vivir con una violencia burocratizada que le es funcional al gobierno y al viejo estado?; ¿por qué solo nuestro pueblo debe poner las bajas “colaterales”, niños, niñas, mujeres embarazadas, etc.?, ¿por qué el miedo no cambia de bando y son ellos, la gran burguesía los que teman salir a la calle o los que tengan que llorar muertos, torturados, decapitados, desmembrados?

Como dicen por ahí: ¡el miedo debe cambiar de bando!, mientras esto no suceda, nuestro pueblo seguirá amarrado al dolor, a la angustia; destinado, por las precarias condiciones de vida, a seguir aportando con militantes de las bandas delincuenciales, narcotráfico, sicariato o en las FFAA y policía, que no es lo mismo, pero que es igual.

No necesitamos reformas, parches, soluciones parciales, remiendos, elecciones, reconstituir la Asamblea, curas ni caudillos; necesitamos dar paso a una revolución profunda, drástica, que no le de respiro al viejo Poder hasta que sea enterrado total y definitivamente.