Nueva masacre en cárcel de Santo Domingo ahoga en sangre a presos. ¿Lo
grave? Nos estamos acostumbrando a que esto suceda como algo propio del paisaje
político, económico y social del país.
Más de 60 presos asesinados de manera cruenta, 80 herido graves, lo que
sugiere que la cuenta de fallecidos se incrementará en las próximas horas. 140
familias que hoy lloran sus muertos y heridos. Cerca de mil familias que viven
la angustia de no saber el destino que depara a sus familiares detenidos en
Santo Domingo. En la Constitución reza de la responsabilidad que el Estado
tiene de garantizar la vida, la seguridad y la rehabilitación de los privados
de libertad. ¡Patrañas!
Qué es conflicto entre las bandas, dicen las autoridades. El resto mira
hacia un lado, como que es mejor así, sin embargo, estamos asistiendo a un
momento jamás conocido por la historia del país. Masacres que no se ven ni
siquiera en los países más conflictivos del mundo.
¿Limpieza social?, sí, y los
responsables deben ser llevados a tribunales internacionales. Lo que no dicen
es que en la antepenúltima masacre murieron 120 presos, en la penúltima, 70, en
la actual, hasta la fecha, 50, y la cuenta sube, a decir del director de la
SNAI; lo que no se dice es que este preciso momento ya se está programando la
nueva masacre, la del desquite, la de la venganza, y será cometida en el mismo
penal o en cualquier otro de los tantos que hay en el país y, si no es ahí, la
muerte será traspolada a las calles de las barriadas pobres, donde los muertos no
solo son miembros de las bandas, sino que habrá víctimas “colaterales”, que
generalmente son niños o gente del común, la que con sus manos construye la
riqueza de quienes le explotan cotidianamente.
El baquero desde Israel dice que la policía ya está devolviendo la paz al
centro de rehabilitación. ¿Hubo paz antes de la masacre?, ¡no se puede devolver
lo que no nunca hubo! ¿Pueden tener paz los familiares de los masacrados?, ¡No!,
menos si se considera que entre los muertos, la mayoría estaba detenida por
delitos no violentos, es decir, no necesariamente eran miembros de las bandas delincuenciales
que operan funcionalmente para el estado.
No nos vamos a cansar en decirlo, la violencia que reina en las cárceles y
calles del país es funcional para el estado y las clases dominantes, tienen a
las masas amedrentadas. Es más, los carteles del narcotráfico han sido
burocratizados por las clases dominantes; son como burgueses burócratas al
margen de la ley, están enquistados informalmente en totas las instituciones
del Estado y sus “aportes” económicos al circuito financiero, comercial y
productivo en el país ya está tomando fuerza y peso.
La crisis del capitalismo burocrático la pagan los pobres, los hijos de las
barriadas, de la inmigración, del desempleo, del hambre, de la angustia. La crisis
del viejo y corrompido estado la pagan los muchachos de las barriadas pobres,
aquellas masas que están llegando a un punto que, si no se roba, no se come.
Mientras todo esto sucede, el gobierno pide ayuda a gritos a EEUU e Israel
para reforzar la inteligencia, capacitación, armamento y tecnología de control;
cuando estos países son los que generan
la violencia en nuestros países al oprimirnos, al explotarlos, al demandar que
seamos también productores de cocaína para saciar sus vicios del cual son
partícipes desde sus gobernantes, empresarios, hasta las víctimas de esa
sociedad que vive, al igual que la nuestra, un irreversible proceso de
descomposición.
Que el miedo cambie de bando. ¡Que no sean los pobres los que tengan que
llorar sus muertos y cargar a cuestas una cruz que no les pertenece!
Urge destruir esta vieja sociedad, urge destruir este viejo estado, no es
compatible con las masas, no está diseñado para otorgarnos paz, trabajo,
tranquilidad, educación, está diseñado parta sostener el poder de grandes
terratenientes y grandes burgueses quienes, al final del camino, son los que se
benefician de la muerte, del hambre, del desempleo.
¡URGE DESARROLLAR CON LA REVOLUCIÓN DE NUEVA
DEMOCRACIA YA!
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