En acto de desesperación y muestra de debilidad, el gobierno ha vuelto a
declarar el estado de excepción, esta vez en las provincias de Azuay,
Imbabura, Sucumbíos y Orellana. Declaratoria que da cuenta del comportamiento
fascista de Lasso, quién ha entregado total y absolutamente el control del país
a los sectores más recalcitrantes, reaccionarios y guerreristas de las FFAA y
la Policía Nacional.
Después de dieciocho días de movilizaciones asistimos a un escenario
complejo, difuso, y que no avizora, desde el gobierno, salidas objetivas a las
propuestas emitidas por la CONAIE y todos quienes hemos apoyado esta
movilización nacional indefinida.
Está claro que a los 10 objetivos expuestos en la Agenda de Lucha Nacional
se le incorpora la destitución de Lasso. Este último punto no fue planteado inicialmente
por la CONAIE a pesar de que insistentemente el sector obrero e indígena del
norte del país lo propuso abiertamente antes del inicio de las movilizaciones.
Dadas las actuales circunstancias y el curso que ha ido tomando la
movilización, hay que insistir en que la salida de Lasso es un objetivo y
necesidad inapelable e irrenunciable de la movilización nacional. Salida que no
se dará apoyados en las triquiñuelas y sueños de perro que tiene la burguesía
burocrática representada por el correísmo quienes, aprovechando de la
convulsión social, le quieren meter mano al proceso.
Hay que entender que si el gobierno de Lasso se viene abajo, no será por
acción de los correístas o por mandato divino, será porque desde las calles,
desde la lucha, habremos hecho lo necesario para que este miserable se largue a
su casa, obviamente, siempre y cuando la CONAIE no insista en caer en las
emboscadas políticas que permanentemente le tiende el régimen, la Asamblea y la
Iglesia, un verdadero tridente de la desmovilización popular.
La brega por la destitución de Lasso hay que tomarlo como un objetivo
ajustado a la dinámica política del contexto en el que estamos desarrollando
las movilizaciones. Está claro, se va Lasso, ¿quién viene?, otro igual o peor.
Seguirá sosteniéndose la alternabilidad gubernamental entre la burguesía
compradora y burguesía burocrática. Eso hay que observar bien, entender bien.
Cuando decimos, a fondo y hasta el tope, hasta la salida de Lasso, lo hacemos
plegando a una aspiración de las grandes mayorías en las actuales
circunstancias, no obstante, el objetivo va mucho más allá, entender que toda
esta lucha tiene que ser capitalizada para seguir fortaleciendo las condiciones
subjetivas para desatar la revolución, construir los tres instrumentos,
Partido, Frente y Ejército Popular, poner en tensión las distintas formas de
organización y lucha de las masas para forjarlas en el combate.
Vivimos una situación revolucionaria en ascenso. Las condiciones objetivas
están ahí, están maduras, ellos, la gran burguesía y grandes terratenientes, ya
no pueden seguir gobernando como lo ha venido haciendo durante siglos, y es por
demás evidente, la clase, las masas, los explotados y oprimidos, ya no podemos
ni queremos seguir siendo gobernados de esa manera, requerimos de nuestro
propio estado, de nuestras propias formas de organización y de ejercer el poder
en manos del proletariado. El proletariado y demás clases oprimidas y explotadas
ya no buscan la salida por el camino burocrático, del diálogo, del chanchullo,
de la componenda; cada vez más expresan su deseo y compromiso de transitar el
camino democrático, que es el camino del pueblo bajo dirección proletaria y que
lo conduce a la revolución.
Desde un inicio sabíamos que teníamos
que confrontar al viejo estado y su maquinaria burocrático-militar, que en el curso
de la movilización íbamos a confrontar la abyecta represión en todo sentido,
legal, militar, discriminatoria, etc. Sabíamos que el correísmo iba a meter sus
podridas manos que también están manchadas con sangre del pueblo; la satanización
de la lucha, e inclusive la posibilidad de que los dirigentes del movimiento
indígena desvirtúen el proceso, a la final, conocemos de la limitaciones y
aberraciones ideológicas que existen al interior de la dirección indígena, sobre
todo en la órbita de incidencia que tienen aquellos oportunistas como Santi,
Tibán, Quishpe, pero era un imperativo apoyar y tomar el riesgo político por
resolver las demandas reivindicativas de las masas en términos coyunturales,
entendiendo que el contenido esencial de estas movilizaciones no necesariamente
marcaban un hito histórico con carácter estratégico en torno a una propuesta
revolucionaria, por el contrario, no pasan de moverse en el orden de la
democracia burguesa, porque está claro, y mucho más aún después de esta
experiencia, que sin guerra popular no hay posibilidad de enterrar el viejo
orden burgués-terrateniente, que sin correcta dirección ideológica, el Poder
seguirá siendo una quimera de pequeño burgués, revisionistas u oportunistas.
El 24 de junio fue uno de los días más combativos que se presentaron en la
ciudad de Quito. Empero, también fue el día en el que desbocó sin límites la
cruenta represión de los aparatos represivos del Estado. Este escenario no
significó, de ninguna manera, que las movilizaciones perdieron aliento o hayan
extraviado la perspectiva de sostenerse en las calles de la capital y en las
demás provincias del país.
Si bien es cierto en el seno de las masas ya contabilizamos cinco bajas
mortales, centenares de heridos y otro tanto de detenidos, del lado de la
represión también ha tenido que poner su cuota de sangre.
En la Mitad del Mundo se realizó una brillante emboscada a un convoy
militar. 17 militares heridos y se les destruyó varios camiones, recuperación
de equipamiento militar y otros. Los combates entre militares y pobladores en Shushufindi
dejó un militar (Fuerzas Especiales) muerto, 12 heridos y el convoy de 17
tanqueros neutralizados. Sobre el militar fallecido, según fuentes populares,
murió producto de fuego amigo. Según las FFAA, cayó abatido por impacto
de perdigones.
Las acciones combativas realizadas en todo el país son incontables. Los
bloqueos a las principales vías se mantienen; de hecho, siguen llegando grupos
de campesinos/indígenas a la capital a cumplir relevos. Los sistemas populares
de logística se mantienen, garantizando de esta manera la continuidad de las
movilizaciones.
Hay que estar atentos. Hay una mayor infiltración policíaca y de inteligencia
militar en las manifestaciones. Permanentemente, son retenidos individuos de
estos dos frentes represivos, llevando a cabo acciones de agitación queriendo desvirtuar
el carácter de la movilización. Son infiltrados que realizan acciones de falsa
bandera, sobre todo contra locales comerciales populares, taxis y otros
objetivos que no están alineados con aquellos que se pueden y deben hacer desde
la lucha popular.
Persisten desde el régimen en amenazar a los dirigentes populares que han
estado al frente de las movilizaciones. Se avizora una campaña represiva y
carcelaria desde el gobierno. No debe intimidarnos, sabremos dar respuestas,
sobre todo de las masas, como corresponde.
Debemos seguir con la movilización; sueña el gobierno si cree que, implementando
estado de emergencia, eliminando derechos constitucionales y enfilando sus
fusiles contra el pueblo va a detener la creciente protesta popular. Vamos a combatir y resistir hasta conquistar
los objetivos planteados desde los acercamientos y acuerdos entre las distintas
organizaciones comprometidas con la movilización nacional e indefinida. No
podemos perder en la mesa de negociaciones lo ganado en la lucha, en las
calles, carreteras, en las grandes y pequeñas ciudades. No será en la Asamblea
donde se le infrinja una derrota al gobierno comprador de Lasso, será en la
lucha, en la decidida e inquebrantable movilización de las masas que hoy
asisten en un ejercicio de convocatoria, organización y Poder que solo podrá
ser refrendado con guerra popular por la Nueva Democracia.
ANTE NUEVO ESTADO DE EXCEPCIÓN: ¡COMBATIR Y RESISTIR!
A FONDO Y HASTA EL TOPE, ¡HASTA QUE EL BANQUERO SE
LARGUE A SU CASA!
¡SOLO CON LUCHAS SE CONQUISTAN DERECHOS Y
LIBERTADES!
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