¡VIVA EL CENTENARIO DE LA HUELGA DEL 15 DE NOVIEMBRE DE 1922!

Que nuestra sangre

se junte

con la sangre

de los que tienen

que verterla.

 

La Huelga del 15 de noviembre de 1922 en Guayaquil se da en un contexto lleno de tempestades.

A partir de 1876 el capitalismo desarrollado da paso a su fase decadente y última; el imperialismo, y, con él, una nueva repartija del mundo en medio de conflictos que desembocaron en la Primera Guerra Mundial y la crisis económica de las potencias imperialistas y capitalistas.

1917, la revolución bolchevique de octubre triunfa en Rusia. 1922, la Unión Soviética bajo la dirección de Lenin consolidaba el socialismo y la dictadura del proletariado

En el Ecuador, se vivía una etapa de transición en el Capitalismo Burocrático. El país devenía en semifeudal y semicolonial; deja atrás la hegemonía Inglesa para convertirse en una semicolonia del imperialismo yanqui. Este, un aspecto importante a identificar porque precisamente desde inicios de los años 20´del siglo pasado, empieza la primera reestructuración del viejo Estado, del capitalismo burocrático, cuyo clímax se daría con los resultados de la misión Kemmerer en 1931, etapa en la que el imperialismo yanqui logra consolidar la estructura estatal del país en su favor.

En 1922, la situación económica de las masas se agudizó. Con la caída de los precios del cacao, principal producto de exportación, el estado entra en aprietos y la crisis la descarga sobre los hombros de las grandes mayorías.

En Guayaquil, en esos años previos al 15 de noviembre de 1922, se dio un lento y precario desarrollo de las fuerzas productivas, en algo se  impulsó  la industria, básica, limitada, que de todas formas dio paso a la estructuración del proletariado, nutrido fundamentalmente de trabajadores de los astilleros, ferroviarios, tranviarios, trabajadores de la empresa Eléctrica, obreros de la fábrica de cigarrillos “El Progreso”, de los Molinos, La piladora, curtiembre, tipógrafos de la cervecería y las jabonerías. Además,  a la cola, tenía una mayoría de trabajadores cuyo contingente de albañiles, panaderos, carpinteros, zapateros, gente del común, que vivía atada aún a su condición de artesanos y sujetos de relaciones de producción feudales y semifeudales.

Espoleados por la revolución de octubre, algunos grupos de trabajadores ya hablaban de la organización del proletariado, de la lucha de clases, de los obreros, de la revolución socialista; no obstante, las formas de organización eran precarias, tenían un carácter de beneficencia y ayuda mutua; de hecho, existía ya (1905) la Confederación Obrera de Guayas con una fuerte incidencia del liberalismo radical. Quizá la más importante, desde el punto de vista ideológico, fue la “sociedad cosmopolita” «Tomás Briones» que impulsó la creación de la Federación de Trabajadores  Regional Ecuatoriana (FTRE) bajo la consigna de “«PAN, LIBERTAD, AMOR Y CIENCIA» para todos los trabajadores, consignas que expresaban, en términos objetivos, las limitaciones de su programa y propósitos.

La mecha de la Huelga General se enciende entre los ferroviarios de Durán que reivindicaban el pago de sus salarios. Rápidamente otros sectores de obreros, artesanos y trabajadores, fundamentalmente cacaoteros, se adhieren a la lucha dando paso a una de las expresiones combativas más significativas que ha tenido la clase y el pueblo en el país.

Pero hay que decirlo, estos gérmenes, púberes ideológicamente, estuvieron acompañados de otras expresiones políticas e ideológicas que determinó la huelga acaezca en un movimiento con una dirección ecléctica, donde marxistas, anarquistas, liberales radicales le dieron un curso altamente combativo, pero carente de un programa o dirección concreta y correctas.

José Luis Tamaño, presidente del Ecuador (1920-1924), aliado, fundamentalmente al sector bancario y a los agroexportadores (grandes terratenientes) arremete contra los manifestantes causando cientos de muertos, los mismos que son enterrados en fosas comunes, otros, lanzados al río Guayas con los vientres abiertos para que se hundan o sean presa fácil de los depredadores marinos.

El comportamiento del Ejército, particularmente de los batallones “Marañón” y “Cazadores de Los Ríos” fue abyecto, sanguinario; dan rienda suelta a su danza de muerte.

Como si se tratase de una constante histórica, la Huelga del 15 de noviembre fue traicionada. De reivindicaciones propias de los trabajadores que pasaba por pago y mejora de salarios, revisión de la jornada laboral, se terminó esgrimiendo la necesidad de subordinar todo ese proceso, al manejo y control de la divisas, entendido que ese era el centro de gravedad de toda la crisis que vivía el país para entonces.

La burguesía compradora en ascenso, en contradicción con la burguesía burocrática y terrateniente, dirimieron sus contradicciones utilizando a los trabajadores como carne de cañón. Decenas, cientos de  muertos. Hombres, mujeres y niños. Ah, pero hay comportamientos y hechos que rescatar, no fue una muerte de corderos, los manifestantes lucharon, incendiaron parte de la ciudad, se hicieron de algunas armas y combatieron denodadamente contra las tropas estatales causándole algunas bajas.

¿Por qué es importante conmemorar el centenario de la huelga del 15 de noviembre de 1922?, ¡porque es importante establecer el bautizo de fuego de la clase obrera del Ecuador! Porque en la memoria histórica de los pueblos no debe resaltarse necesariamente la masacre del 15 de noviembre, sino lo más importante, ¡la huelga como instrumento de lucha de la clase y del pueblo¡, ¡la huelga como un ejercicio de movilización y Poder!

 Anterior a esta huelga general, el país, sobre todo las grandes mayorías, conocían del bravío, beligerancia y lucha que emprendían los indígenas y campesinos por eliminar todo resabio de la feudalidad y la necesaria lucha por la tierra, empero, en esta oportunidad, los obreros luchaban por tumbar un régimen de relaciones laborales que involucraba jornadas de 16 y 18 horas, desconocimiento absoluto de los derechos de los trabajadores; inobservancia por parte del gobierno y del Estado, de la dura crisis en la que se desenvolvía la vida de las masas.

Entonces aprendemos que con lucha se conquistan derechos y libertades. Aprendemos que la vía electoral, las negociaciones pacíficas, que la vía burocrática no es una opción para las clases oprimidas y explotadas.

Entendemos que los aparatos represivos han sido, son y serán cruentos tantas y cuantas veces la dictadura de grandes burgueses y grandes terratenientes, así lo determinen, que volcarán su sed de sangre en contra de la clase y del pueblo en la medida que esa sea una necesidad del viejo estado burocrático terrateniente o del imperialismo; o ¿acaso, no ha sido así a lo largo de la historia?, ¿no ha sido así en octubre del 2019 y junio del 2022?

 Aprendimos que, para arrancarle victorias a las clases dominantes, al imperialismo, al viejo estado burocrático-terrateniente es necesario movilizar, combatir y resistir; poner la cuota de sangre, pero que ellos, el enemigo de la clase, de los campesinos pobres y de las masas oprimidas en general, también pongan la suya.

Hoy vivimos instancias similares. Las luchas de los trabajadores son absorbidas hábilmente por los revisionistas y oportunistas que cabalgando en ellas las arrastran a luchar por dirimir las contradicciones entre la burguesía burocrática y la burguesía compradora, a tal extremo que han logrado, en gran medida, correizar la lucha de clases, aherrojarla entre correístas y no correístas, todo con la complicidad de dirigentes sindicales que, al igual que el 15 de noviembre de 1922, traicionan a la clase y al pueblo.

Que la sangre de los mártires del 15 de noviembre de 1922 no tirite sola “Que su frío se acune con la tibieza de la nuestra”.

Hay que seguir el camino de octubre (1917), cuya posta fue levantada por los trabajadores el 15 de noviembre de 1922. Hay que desatar la revolución de Nueva Democracia, tránsito ininterrumpido al socialismo, la dictadura del proletariado y su meta final, el comunismo. ¿Cómo?, ¡con guerra popular!; no hay cabida a procesos electorales o componendas revisionistas. No hay cabida a la traición. No hay espacio para los traficantes, los vendeobreros que pululan en el FUT, la CTE, CUT y otros cuchitriles del revisionismo y del oportunismo; no podemos endosar nuestras vidas a los aventureros que también evocan la lucha armada, pero que se guardan en la manga la carta de las elecciones para justificar la comparsa constitucionalista.

Tanta sangre derramada no puede quedar en el olvido. Tantos asesinos y  verdugos, no pueden quedar en el olvido. Quienes han luchado por la clase y el pueblo tendrán su lugar en el olimpo de la guerra y de la nueva sociedad. Aquellos que han volcado su baba, su vómito traidor, sus armas en contra del pueblo, serán sujetos del némesis de los mártires del 15 de noviembre, de aquellos que fueron cobardemente asesinados en la 48 y la K en el Batallón del Suburbio, Guayaquil, o en octubre del 2019 y junio del 2020.

¡QUE EL MIEDO CAMBIE DE BANDO¡

VIVA EL CENTENARIO DE LA HUELGA DEL 15 DE NOVIEMBRE DE 1922

¡VIVAN LOS MÁRTIRES DEL 15 DE NOVIEMBRE!

¡ORGANIZAR, COMBATIR Y RESISTIR!

¡SOLO CON LUCHAS SE CONQUISTAN DERECHOS Y LIBERTADES!

 

 


 

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