¿Qué el régimen de Lasso es corrupto?. Por su puesto, su sola condición de
banquero lo vuelve corrupto. Su sola condición de ser poseedor de medios de
producción y apoderarse de la fuerza de trabajo de los obreros ya lo convierte
en corrupto. Entonces, nada nuevo bajo el sol.
El problema es que de una u otra manera este tipo de «novedades» son
utilizadas por el oportunismo para distraer la atención de la clase y de las
masas con relación a sus verdaderas tareas y responsabilidades de cara a la
transformación revolucionaria de la sociedad.
Por más de dos siglos venimos escuchando que los gobernantes roban, que son
corruptos, asesinos, represivos. Por ese mismo tiempo hemos palpado como
dirigentes de toda calaña han mentido y traficado con la sangre y lucha de
neutro pueblo.
Las masas viene votando desde 1830, y siempre los resultados le son
adversos, aun con el triunfo de sus candidatos. ¿Por qué?, porque las
elecciones no cambian nada, salvo maquillar el viejo estado, imprimir ciertas
reformas que en poco o nada benefician a las mayorías; porque quienes nos
gobiernan, emplean el aparato Estatal para saciar sus aspiraciones económicas y
políticas o para dirimir las contradicciones que tienen entre ellos, entre
burgueses compradores y burgueses burocráticos, nada más.
¿Qué hay fraude electoral?, ¿y?; las elecciones por sí mismas, también son
un fraude; porque nos hacen creer que con ellas decidimos los rumbos del país y
de nuestras vidas. ¡Nada más falso que eso!
Los oportunistas y revisionistas, los quiméricos dirigentes del pueblo que
empujan a las masas al redil electorero, hacen cuentas con el resultado de las
elecciones; tiran números, juzgan que porque tienen cierta mayoría de votos en
determinadas provincias, cantones o parroquias, ya tienen «control político» de
esas masas, que aquellos que votaron por su candidato, ya tienen conciencia
política o social de lo que sucede en el país y de las tareas que tienen que
desplegar para solucionar problemas fundamentales, como el del Poder.
Igual, una patraña. Las masas votan porque son alienadas, y votan por
determinado candidato porque tuvo mayor capacidad de incidir sobre las
aspiraciones -legítimas, por cierto- que tiene el pueblo.
Si Lasso es derrocado, está bien, pero vendrá otro, con zapatitos y
camisetas de otro color, no importan si es amarilla, roja, o hasta con los
colores del arcoíris, hará lo mismo, posicionará a los suyos, robará, traficará
con el dolor del pueblo y no aportará en absoluto a su necesaria emancipación.
Ya lo hemos visto con el correísmo, en el Perú con Castillo, Morales en
Bolivia, Petro en Colombia, nada cambia bajo el sol con las elecciones, lo
único que nos permitirá revolucionar total y absolutamente esta vieja sociedad,
caduca, servil a los intereses del imperialismo y de las clases dominantes será
la revolución de Nueva Democracia, tránsito ininterrumpido al socialismo. Sin
estos propósitos, sin guerra popular, nada tendremos.
En estos días asistimos a la confrontación de las dos facciones de la gran
burguesía. Se sacan los trapos al sol; los corruptos de la burguesía
burocrática, los ladrones, los represivos, le gritan en la cara a Lasso,
representante de la burguesía compradora: ¡ladrón!, ¡corrupto!, y gran sector
de las masas obnubilados con ese gran circo.
Los comunistas no necesitamos de un medio de prensa digital, de la Asamblea
o de la fiscalía para conocer y entender que todo régimen es corrupto, ladrón,
represivo y asesino; nosotros no comemos cuento con el discurso revolucionario
e «impoluto» del correísmo, mucho menos de Pachakutik, o es que la Tibán,
Quishpe y otros no tienen responsabilidades en la presencia de Lasso en el
gobierno?, no se diga Unidad Popular, otros vergajos que pendulan entre una y
otra burguesía buscando la manera de acomodarse en el aparato burocrático del
Estado.
Campanadas de destitución replican en la Plaza Grande. Los oportunistas ya
lanzan su campaña electoral. Yaku Pérez se promociona, Iza igual, no diferente
sucede en las otras tiendas políticas, ¿debemos caer en ese juego?
El viejo Estado se cae a pedazos, está podrido, infiltrado por el narcotráfico
y la delincuencia; mientras tanto, los «salvadores de la patria» se ofrecen a
solucionar los problemas que aquejan a las grandes mayorías, claro, a cambio
del voto, de tomar filas por uno u oro bando de la gran burguesía.
No podemos mantenernos impávidos, ponernos del lado de los observadores,
pusilánimes, carentes de reacción. Debemos potenciar los esfuerzos por destruir
toda esta podredumbre, de enterrarla, urge potenciar nuestras fuerzas
campesinas, obreras y populares; urge unir fuerzas entre aquellos que
coincidimos ideológicamente, en la correcta lectura de las contradicciones que
existen en el país, en su organización, formas de lucha y propósitos; unidad
que solo puede darse en la ideología y no en los acuerdos circunstanciales que
devienen en banales.
Inflexibilidad estratégica, flexibilización táctica, debe ser la consigna. Bregar
por la revolución, más no por la reforma. Hay que construir un Frente Único,
antielectorero, antimperialista y popular, no dirigido por los dirigentes de
siempre, por los contaminados, por los purulentos, por los que tienen finos
cálculos personalistas, sino dirigido por el proletariado, cuyos propósitos
últimos son los que están ceñidos a la destrucción del viejo Poder
burgués-terrateniente.
NO CAER EN EL JUEGO DISTRACTIVO QUE NOS PRESENTA
LA ASAMBLEA Y LAS CONTRADICCIONES INTERBURGUESAS
INDEPENDIENTEMENTE DE QUÉ SUCEDA CON EL RÉGIMEN DE
LASSO Y QUIÉN LE SUCEDA, NUESTRA RESPONSABILIDAD ES LUCHAR INCANSABLEMENTE POR
LA CONQUISTA DEL PODER
¡SOLO CON LUCHAS SE CONQUISTAN DERECHOS Y
LIBERTADES!
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