9 pescadores y comerciantes artesanales en Esmeraldas asesinados de la manera más inmisericorde; sin opción a defensa, al azar, sin estar comprometidos con nada más que el trabajo y la subsistencia familiar.
Tres jóvenes secuestradas, asesinadas y
enterradas. Guías penitenciarios ejecutados. Todos los días masacres,
ejecuciones, atentados; masas extorsionadas. La violencia desbordó de una
manera que resulta imparable para los aparatos represivos del Estado que, dicho
sea de paso, sus componentes también de estas bandas delictivas.
¿A quién beneficia la violencia? Obviamente, al
imperialismo, al viejo estado y al gobierno.
Al viejo Estado, porque le permite distraer la
atención de la bancarrota del capitalismo burocrático, la imposibilidad de
seguir sosteniendo la dictadura de grandes burgueses y grandes terratenientes;
la inviabilidad de su sistema de gobierno, la democracia burguesa, incapaz de
responder a los intereses de las grandes mayorías.
El desangre de nuestro pueblo también es
funcional para el imperialismo. Atrás de las decenas de masacres diarias se
levanta el coro de aquellos que quieren o solicitan mayor intervención de
fuerzas gringas en nuestro país; bases militares, especialistas, equipos de
apoyo policial y militar, inteligencia, tecnología y pertrechos. Es decir, que
de una u otra manera pasemos de ser semicolonial a una colonia.
Cada vez es más evidente la participación de
agencias de inteligencia gringa en el país.
La violencia también le favorece al gobierno,
porque de igual manera, distrae la atención pública con relación a la
inoperancia del mismo y el juicio político que tiene que confrontar el
banquero.
El papel del revisionismo y del oportunismo no
es diferente, son caníbales situacionales, están al acecho de la oportunidad
para alienarse ya sea con la burguesía burocrática como de la compradora. En
estos momentos viven de las negociaciones de conciencia, se viene el juicio de
Lasso y con él la compra-venta de votos.
El imperialismo, el viejo Estado burocrático
terrateniente, el gobierno, los oportunistas y las bandas delincuenciales le
han declarado la guerra a nuestro pueblo.
¿Podemos confiar en las FFAA y policía
nacional? ¡Imposible! Sirven al viejo Estado, de hecho, están podridas tanto
como la vieja institucionalidad burocrática.
Muchos sectores populares, pequeños artesanos,
pequeños productores, pescadores, comerciantes, agricultores, emprendedores,
etc., son víctimas de la extorsión, secuestro y asesinato. Algunos de estos
sectores buscan la “protección forzada” de las bandas, empero, siempre terminan
en la mitad de los conflictos y son quienes ponen la cuota de sangre.
Curiosamente, la delincuencia ataca a los
pequeños negocios, comerciantes, ninguna cadena monopólica ha sido atacada,
algo hay bajo la sombra de esta violencia cruenta.
Los comunistas no podemos escondernos o
amilanarnos ante el reto de estar al frente de las masas, de organizarlas,
armarlas y lanzarlas a defender sus vidas y pequeños negocios; por el
contrario, debemos vencer el miedo, organizar y fortalecer las milicias
populares, único instrumento que nos permitirá contrarrestar la ofensiva
integral que tiene la reacción contra las grandes mayorías. Hay que pasar a un
nuevo escenario de lucha, tomar la iniciativa, la libertad de acción, caso
contrario, nuestro pueblo, no solo se morirá de hambre, de falta de atención
médica, medicinas, etc., sino que al igual que los pescadores del puerto
artesanal de Esmeraldas, morirán bajo las balas de la insania criminal de
grupos armados que poco a poco se están configurando como grupos paramilitares
al servicio de partidos políticos, gobiernos, o hábilmente manejados por el más
perverso de los titiriteros del mundo; el imperialismo yanqui.
O neutralizamos a los enemigos del pueblo, o
moriremos sin dar respuestas apropiadas y oportunas a nuestros verdugos.
¡ORGANIZAR, COMBATIR Y RESISTIR!
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