«Un fantasma recorre Europa», es palpable, evidente; se expresa
de distintas maneras.
La lucha de clases eventualmente puede
mostrarse cómo lucha reivindicativa de distinto orden; de género, étnico, de
emigrantes, etc., todas manifestando su descontento y contradicciones con el
capitalismo.
Lo sucedido en Francia es, precisamente eso, un
hartazgo de las masas de trabajadoras de querer seguir viviendo en las condiciones
que lo hacen: oprimidas, explotadas, discriminadas, perseguidas, estigmatizados
con la delincuencia o el terrorismo; en fin, una larga lista que expresa la
imposibilidad que tiene la burguesía de seguir gobernando como lo ha venido
haciendo por siglos, generando una condición revolucionaria óptima.
Entre estos dos aspectos, lo importante es la
tendencia, el no querer seguir viviendo bajo el yugo del capital y todo lo que
eso significa; confrontar la dictadura de la burguesía, su aparato burocrático-militar.
Las violentas y justas marchas de los
trabajadores en Francia golpean uno de los centros de gravedad más importante
del capitalismo e imperialismo en Europa. Confrontan a la vieja sociedad, a sus
aparatos represivos, a las mesnadas fascistas que se vuelcan a apoyar lo
insostenible. El confrontar al aparato militar tiene su particularidad, las
fuerzas represivas de Francia históricamente han sido cruentas,
discriminadoras, y está visto, la única forma de ponerle un «estate quieto» es
bajo las premisas violentas a las que se han visto forzadas a responder las
grandes mayorías francesas; golpeándolas, haciéndoles doler, destruyendo su
infraestructura, haciendo que el miedo cambie de bando; minar su capacidad operativa,
desgastarlas.
El proletariado ha sacado a flor su profundo
odio de clase, su desprecio por un sistema que, además de ser depredador
económicamente, pretende sumir a la humillación y sometiendo absoluto de los
trabajadores. En estas jornadas de lucha, ha sido clave desatar la rabia
reprimida, hoy alimentada por el asesinato del joven de origen marroquí, 17
años, Nahel Merzouk.
LA REBELIÓN SE JUSTIFICA.
Decenas de miles de trabajadores,
estudiantes y demás salieron no solo a protestar a las calles de París, sino
que prácticamente han sitiado, desde adentro, ciudades como Amiens, Dijon,
Lille, Lyon, Niza, Rouen y Toulouse. De hecho, para hoy, las masas de otras
poblaciones y ciudades se han sumado a esta brega contra el estado y su
institucionalidad como muestra de que, en Francia, como en otros países de Europa,
el fantasma del comunismo deambula con fuerza, con clara intención de destruir
todo lo viejo, lo caduco, aquello que ya no es compatible en absoluto con las
masas de trabajadores, con la humanidad entera.
Como corresponde, las masas han
desatado una insurrección violenta que ha ido arrasando todo lo que encuentra
en su paso; a la final, son hijos legítimos de la Comuna de París, de los
esfuerzos de mayo del 68; tienen claro que la violencia revolucionaria es el
camino, que no hay cabida al parlamentarismo o a la tranza con los enemigos de
la clase y del pueblo.
Cerca de 800 oficinas y 1200 vehículos
incendiados; paralización de la estructura económica, destrucción de grandes
comercios; confrontación con la policía criminal, causándole muchos heridos. La
reacción embiste, como es obvio entender; empero, lo importante, es la fuerza y
decisión de las masas de irse por encima de un Estado que figurativamente es
fuerte, pero no pasa de ser sino un tigrillo de papel, un cachorro
desconcertado. Fuerte por fuera, agrediendo en otros países como
Afganistán, Siria, o en África; disparando contra jóvenes desarmados,
prácticamente ejecutándolos, pero en su entra es débil, en estado de
descomposición. Poco o nada le sirve su aparato militar, su industria bélica, el
respaldo yanqui y otros conjuros ante la todopoderosa fuerza de las masas; así
ha sido por siempre; así serán por siempre.
La rebelión se justifica, lo
actuado por las masas francesas es justo, saludamos su combatividad, saludamos
su decisión de confrontar al viejo Estado burgués y su dictadura, es lo
necesario. Pero aún falta por hacer, corresponde a los maoístas de Francia
reconstituir su Partido Comunista y ponerlo al frente de la lucha proletaria,
caso contrario, este vital esfuerzo quedará en una acción espontánea.
El proletariado y pueblo del
Ecuador, se solidariza con el proletariado y pueblo de Francia, con su justa
lucha, con sus justos métodos de confrontar a la reacción y sus aparatos.
¡LA REBELIÓN ES JUSTA!
¡LA REBELIÓN SE JUSTIFICA AQUÍ Y AHORA!
¡PUEBLOS DE EUROPA, REBELAOS!
¡NADA ES IMPOSIBLE PARA QUIEN SE ATREVE A
CONQUISTAR LAS ALTURAS!
¡EL PROLETARIADO INTERNACIONAL CON LA CLASE Y
MASAS REBELDES DE FRANCIA Y EL MUNDO!
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