Decenas de miles de palestinos muertos; masacrados, mutilados; cientos de
miles desplazados, la mayoría a campamentos de refugiados, y, aún ahí, son
bombardeados, como es el caso de la ciudad de Rafah, lugar donde se han
martirizado niños, niñas, ancianos.
Salvo algunos países que han
mostrado algo de dignidad y solidaridad con el pueblo palestino, la mayoría se
ha remitido a emitir quejas, protestas tibias, más próximas a protocolos que
buscan la manera de lavarse la cara de la vergüenza, o las manos de la
complicidad. Sus rimbombantes declaraciones no pasan de ser cañonazos de
pólvora mojada.
Quizá lo más grave de todo, son
las “sanciones” y “clamores” de la ONU, o de la Corte Internacional de Justicia
(CIJ), que “exigen” a Israel, pare la masacre; pero, al sionismo, a EEUU y
otras potencias capitalistas cómplices, “les vale un carajo” lo que digan o
dejen de decir los organismos internacionales.
No podemos ni debemos esperar
nada de estos instrumentos del imperialismo: Corte Internacional de Justicia,
ONU, OEA, etc., etc., no pueden hacer más de lo que hacen: ¡nada!, salvo emitir
rabietas verbales embadurnadas de una narrativa lastimera que no trasciende en
hechos concretos en favor de las víctimas. Los pueblos solo tienen la
solidaridad sincera de los otros pueblos, de los afines, de aquellos que
también son agredidos, violentados, oprimidos por el imperialismo. No esperemos
nada de los organismos internacionales, no esperemos nada de los gobiernos de
turno; contemos con el apoyo de los trabajadores y masas explotadas, de los
pueblos que viven en carne propia la miseria, la angustia y que, a pesar de
eso, siempre estamos prestos a entregar algo más que discursos y proclamas
condenando al imperialismo y al sionismo.
Digno es Líbano. Digno es Yemen,
de los hutíes. Dignos los pueblos que se levantan y protestan contra las
potencias imperialistas y los carniceros de Gaza. Que ardan embajadas
sionistas, como en México, para que esas hermosas lumbreras marquen la pauta en
el resto de países del mundo.
Un nuevo bombardeo de Israel
contra un campamento de refugiados, acabó con la vida de medio centenar de niños,
niñas y ancianos. El Carnicero, el demonio de Gaza, Netanyahu, se limita a
decir: ¡un error!, ¡daño colateral!
En este punto, ¿podría Israel
seguir masacrando pueblos si no tuviera el apoyo de los EEUU y de otras
potencias capitalistas que devienen en cómplices del genocidio?; ¿podría,
Israel continuar con su orgía de sangre en Gaza sin el apoyo que le dan
“nuestros gobiernos”, como es el caso del desquiciado de Milei en Argentina,
Noboa en Ecuador, los gobiernos de Guatemala, Paraguay y otros?: ¡No!, estaría
asilado, viviría en la zozobra, en la angustia, que, por cierto, tampoco le es
ajena.
Como dice nuestro pueblo, “tanta culpa
tiene el que mata la vaca, como el que le amarra la pata”. No solo está el
sionismo criminal, el que ejecuta, el que asesina; no solo están aquellos que
les proveen del cuchillo de la munición, del armamento necesario para matar
palestinos; los incólumes, los que miran a un lado también matan; asimismo,
están aquellos que, alineados con los verdugos los apoyan. Miremos el país; el
gobierno de Daniel Noboa, gran burgués, gran terrateniente y con serios vicios
fascistas, no solo apoya a Israel, sino que prácticamente todo su gabinete tiene
vínculos sanguíneos, comerciales e ideológicos con el sionismo. Todo su aparato
militar, FFAA, policía, y grupos paramilitares, están dirigidos por agnados o
cognados del sionismo criminal. La política represiva, de inteligencia y de
“defensa nacional”, está manejada por Israel. Pero podremos decirlo una y mil
veces, con rabia, con dolor, con rebeldía, con odio hecho carne, tenemos el
tiempo del mundo, ¡ya pagarán de alguna manera!; no importa si es pronto, si
después, pero es importante que lo sepan: ¡no cocerán la paz!, su complicidad
con los criminales genocidas de Israel no pasará por la historia como si nada.
Tarde o temprano, el digno pueblo de Palestina hará pagar en tierra al sionismo
sus crímenes. A nosotros, nos corresponde, de primera mano, que aquellos que
“amarraron la pata” vivan con sus demonios en las manos y con el alma en vilo.
Organicemos, fomentemos,
desarrollemos la solidaridad de los pueblos; militante, activa, solidaria,
pero, sobre todo, combativa. Lo demás, ¡cañonazos de pólvora mojada”
¡VIVA PALESTINA
LIBRE!
¡DESDE EL RÍO
HASTA EL MAR!
¡DESDE EL JORDÁN HASTA EL MEDITERRÁNEO!
¡VIVA LA LUCHA
ANTIIMPERIALISTA!
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