DE AUSCHWITZ A GAZA

El 27 de enero de 2025 se cumplen 80 años desde la liberación del campo de concentración y exterminio de Auschwitz-Birkenau, una acción que solo fue posible gracias a la decidida intervención del Ejército Rojo de la Unión Soviética.

Auschwitz no fue simplemente un lugar, sino el símbolo más estremecedor del horror inimaginable del Holocausto. Entre 1940 y 1945, más de 1.1 millones de hombres, mujeres y niños fueron asesinados allí, la mayoría de ellos judíos. Sin embargo, también fueron víctimas prisioneros políticos, gitanos, polacos, comunistas, personas con discapacidad y otros perseguidos por el régimen nazi. Cada número en esas cifras impactantes representa una vida, un rostro, una historia truncada en un genocidio que fue parte de un conflicto global originado en las contradicciones internas de las potencias imperialistas, llevadas al extremo en una guerra devastadora.

El Holocausto se ha convertido en un eje fundamental en la narrativa que ha legitimado la construcción del enclave imperialista en Israel. A través del sionismo, se ha levantado una maquinaria de guerra que, desde su creación en 1948, no ha cesado de implementar políticas neocolonialistas, a menudo respaldadas por la evocación del Holocausto judío como justificativa moral. En estos 80 años, el sionismo ha logrado no solo fortalecer comunidades israelíes alrededor del mundo vinculadas a regímenes reaccionarios, sino también construir una narrativa de victimismo perpetuo que, según algunas perspectivas, ha servido para desviar la atención de los crímenes cometidos por el Estado de Israel, especialmente en Palestina, con un impacto devastador en Gaza. Estas acciones, en muchos aspectos, son comparables a los crímenes perpetrados por el Tercer Reich alemán.

El Juicio de Núremberg fue un acto esencial de justicia histórica, donde los responsables del genocidio nazi fueron condenados por sus crímenes contra la humanidad. En el presente, surge la exigencia de que la dirigencia sionista, bajo el liderazgo del actual primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, sea llevada ante una corte internacional similar a la de Núremberg, para rendir cuentas por los crímenes cometidos contra el pueblo palestino. Este pueblo, en su lucha por la resistencia, ha ofrecido cerca de 50,000 vidas en nombre de la dignidad y la libertad de los pueblos oprimidos en el mundo.

Conmemorar la liberación de Auschwitz no implica únicamente reflexionar sobre los horrores del pasado, sino también cuestionar y combatir los crímenes del presente impulsados por las potencias imperialistas, principalmente Estados Unidos y su brazo criminal en Medio Oriente, Israel. Honrar a las víctimas de Auschwitz significa comprometernos a apoyar la resistencia palestina, libanesa, yemení y de todos los pueblos del tercer mundo que sufren bajo la arremetida neocolonialista promovida por el imperialismo estadounidense y el sionismo.

Auschwitz no fue simplemente un lugar, sino el símbolo más estremecedor del horror inimaginable del Holocausto. Por otro lado, Gaza no es solo un lugar; es el símbolo vivo de los horrores de una guerra criminal respaldada por el imperialismo y el sionismo. Sin embargo, a diferencia de Auschwitz, Gaza también representa un símbolo activo de la feroz y decidida resistencia armada de los pueblos dignos de la tierra que luchan por su libertad y autodeterminación.

 

¡VIVA PALESTINA LIBRE!


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