Mientras las calles se llenan de sangre y en las barriadas pobres son
masacrados diariamente decenas de jóvenes atrapados en una guerra sin sentido. Mientras
el costo de vida se dispara, los combustibles alcanzan precios internacionales,
el desempleo crece, y los hospitales permanecen sin médicos ni medicinas. Mientras
el hambre arrecia, los candidatos bailan, se contorsionan como si fueran
gárgolas con movimientos extraños, ríen, cantan y muestran sus cuerpos como
mercancías… ¿o alcancías?
Ofrecen lo inalcanzable, no solo porque es parte de la demagogia electoral,
sino porque dentro de los límites de lo que el viejo Estado puede y quiere
hacer, simplemente no es posible.
La campaña se reduce a TikTok, Instagram y, ocasionalmente, a algún discurso
envuelto en la nada, hueco, sin sentido.
Y en esta burda danza entra la llamada “izquierda”. El Partido Socialista,
con Granja como candidato, un personaje cuya conducta parece variar según el
nivel de sustancias psicotrópicas que se mete por la nariz. Jorge escala de
Unidad Popular, se presenta como un representante anacrónico y desubicado del
hoxismo/bolivarianismo en el país. Fatuo y sin rumbo, solo le faltaría grabar
un video en ropa interior para captar algo de atención entre sus congéneres
revisionistas. Por su parte, Iza no es diferente: canta y baila, como los
demás. Mientras tanto, el cielo parece unirse con la tierra, y entre ambos está
nuestro pueblo, aplastado en la más abyecta miseria y violencia imaginable.
Toda esta payasada podría servir como argumento para arrojar los procesos
electorales al basurero de la historia. Pero no es así. Más allá del engaño, la
parafernalia y el discurso rimbombante; más allá de los llamados vacíos a los
jóvenes, el ridículo y la mentira, existe una verdad más profunda: estos
miserables, que abundan en el camino burocrático, constitucionalista y
electorero, juegan con la miseria, el hambre y el dolor del pueblo.
Las elecciones, como parte del sistema de gobierno, tienen un carácter de
clase que no puede ignorarse. Bajo ningún punto de vista responden a los
intereses del proletariado ni de las masas pobres, explotadas y oprimidas del
país. Lejos de ser un mecanismo de transformación, son un instrumento para
perpetuar la dominación y manipular la desesperación de las masas.
Campesinos pobres, obreros y estudiantes: la consigna del pueblo digno y
coherente con la historia es clara. ¡NO VOTAR! Esta es la posición de quienes
se atreven a poner en tensión sus fuerzas, de quienes rechazan las urnas, el
engaño y la emboscada "democrática" que los mercaderes del dolor y la
miseria nos imponen.
¡NO VOTAR! Porque las elecciones no solucionan absolutamente nada
relacionado con los intereses de las grandes mayorías.
¡NO VOTAR! Porque las elecciones solo sirven para sostener el viejo sistema
de gobierno, esa democracia caduca que está al servicio de los grandes
burgueses y terratenientes.
¡NO VOTAR! Porque abstenerse es un acto de rebeldía contra el imperialismo,
el viejo Estado y cualquier candidato o presidente. La historia ha demostrado
que estos no están ahí para resolver los problemas fundamentales de las masas,
sino para perpetuar el aparato burocrático y represivo que nos oprime.
¡NO VOTAR! Porque los supuestos "representantes", independientemente de su filiación política, han llenado sus discursos de promesas vacías, traicionando una y otra vez lo que llaman la "voluntad popular".
¡NO VOTAR! Porque abstenerse es un acto de dignidad, un compromiso con
nosotros mismos y con quienes entendemos que los problemas coyunturales y
estratégicos solo pueden resolverse en el curso de la Revolución de Nueva
Democracia.
¡PUEBLO DEL ECUADOR: ¡NO VOTAR!
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