Noboa es fascista. Es un hecho indiscutible; su gestión del viejo Estado
burocrático y terrateniente lo confirma. Desconoce la Constitución y agudiza el
proceso de corporativización de las masas mediante el aparato jurisdiccional,
represivo y, obviamente, el manejo de una propaganda mediática que, aunque
fatua y torpe, resulta efectiva.
Además, hemos sostenido que el régimen del bananero responde a los
intereses de la burguesía compradora, financiera y terrateniente. Sin embargo,
de manera eventual, también se vuelve burocrático y utiliza el aparataje
estatal para buscar mecanismos de mayor reproducción económica. Un claro
ejemplo es el caso PetroNoboa y, ahora, la concesión de la administración del
campo petrolero “Sacha” a una empresa privada: el consorcio SinoPetrol,
conformado por Petrolia Ecuador y Amodaimi Oil Company S.L. Esto evidencia que,
en ciertos casos, la amplitud e intervención del aparato burocrático no les
incomoda, sino que, por el contrario, les resulta beneficioso.
El consorcio está conformado por Amodaimi Oil Company S.L. (subsidiaria de
la gigante china Sinopec International Petroleum Exploration and Production
Corporation) y Petrolia Ecuador (filial de la canadiense New Stratus Energy).
Este consorcio ofrece al gobierno ecuatoriano un pago anticipado de 1.500
millones de dólares por la delegación de “Sacha”. Además, promete una inversión
de 1.716 millones de dólares durante los 20 años de contrato y propone incrementar
la producción de los actuales 77.000 barriles diarios a 100.000 barriles
diarios en los tres primeros años.
De cada 100 barriles, el país recibirá apenas 20. Obviamente, su valor real
dependerá de la dinámica del mercado internacional. Es decir, del 100 %,
Ecuador recibirá la bicoca del 20 %. A cambio, entregamos todo: producción,
territorio y toda una infraestructura extractiva levantada por distintos
gobiernos. El consorcio “se sacó la lotería”.
Es necesario entender la entrega de la explotación del campo “Sacha” no
solo en el marco de los intereses del grupo Noboa y la gran burguesía
ecuatoriana. Tampoco debemos limitarnos a un análisis sobre cuánto beneficia a
la empresa transnacional, sino que debemos verlo en un contexto más amplio,
donde los intereses del imperialismo se ponen en tensión.
Otro latrocinio más. Esta vez, en favor del imperialismo chino-canadiense,
y ocurre precisamente en un contexto de exacerbación de las contradicciones
interimperialistas, atizadas por el conflicto en Medio Oriente, Ucrania y,
desde luego, las ambiciones de Trump con relación a Canadá.
El regalo del 80 % de la producción de “Sacha” no es gratis, unilateral. En
todo el régimen de producción también intervienen grandes empresas del país
vinculadas a quienes manejan el gobierno y el Poder, quienes, de manera directa
e indirecta son beneficiados.
Analizar el problema de “Sacha” desde una perspectiva de ambientalismo
burgués, ingresos fiscales, territorialidad de las nacionalidades indígenas,
etc., resulta tibio y hasta cómplice. Es mucho más que eso: somos un país en
disputa entre imperialismos de toda laya, un país oprimido. “Sacha” no es un caso aislado, sino un eslabón
más de esa gran cadena que nos mantiene atados, sin posibilidad de
industrializarnos, de desarrollar nuestras fuerzas productivas, de eliminar las
relaciones de producción semifeudales y dejar de ser una semicolonia.
¡A GENERAR EL FRENTE NACIONAL ANTIIMPERIALISTA!
¡APLASTAR Y EXPULSAR AL IMPERIALISMO DE TODA LAYA!
¡TODOS CONTRA EL RÉGIMEN ENTREGUISTA DE NOBOA!
¡ORGANIZAR, COMBATIR Y RESISTIR!
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