Hasta hace pocos años, la OSUNTRAMSA, organización que agrupa a los
trabajadores de la salud del Ecuador, era reconocida por su combatividad frente
al Estado y por ser un referente en la defensa de los intereses de los
trabajadores y del pueblo. Representaba una trinchera de lucha en medio del
avance del capitalismo burocrático y del régimen burgués-terrateniente.
Hoy, bajo la dirección corrompida de Jorge Moncayo Chica, esa organización
ha sido convertida en un instrumento del viejo Estado, en un engranaje más de
la maquinaria corporativa que busca domesticar al movimiento sindical y
subordinarlo a los planes del imperialismo y de la gran burguesía. Moncayo y
sus cómplices no son dirigentes, son agentes de conciliación de clases,
serviles al gobierno fascista de Daniel Noboa, arrodillados para garantizar la
estabilidad del régimen y frenar la organización independiente de los
trabajadores.
La traición se evidenció de forma clara cuando la OSUNTRAMSA, bajo esta
dirección podrida, se sumó a la marcha convocada por el gobierno para intimidar
a la Corte Nacional de Justicia. Esa acción fue el sello de la entrega:
legitimar la política represiva de Noboa.
Moncayo, cobardemente ha venido utilizando una narrativa que se ampara en
su supuesta colaboración con el gobierno para la firma del contrato colectivo.
La firma del contrato colectivo, como lo ha sido siempre, solo puede ser
fruto de la lucha de los trabajadores, de sus intereses y aspiraciones,
inscritas en el marco de los derechos y conquistas históricas. Nunca podrá ser
el resultado de la negligencia de Moncayo al “negociar” con el régimen las
condiciones de su firma, y mucho menos un cheque en blanco que endose la
conciencia de quienes luchan, a cambio de institucionalizar la miseria, la
precarización laboral y el desmantelamiento de la salud pública.
En la última campaña electoral en el seno de la OSUNTRAMSA, Moncayo
prometió la firma del contrato colectivo. Otra farsa más de este miserable
oportunista. Hoy, esa firma no depende de la voluntad y lucha de los
trabajadores, sino del chantaje del régimen fascista de Noboa, que la
condiciona al grado de sometimiento, colusión y complicidad de la dirigencia
con las políticas hambreadoras del gobierno.
Los trabajadores y trabajadoras de la salud no deben hacerse ilusiones.
Nada bueno puede surgir de un contrato colectivo manipulado por un régimen que
recorta presupuestos, liquida conquistas históricas y precariza hasta los
cimientos de la salud pública. Ese supuesto “logro” no será más que una trampa
para legitimar la entrega de derechos y someter a la organización sindical a la
línea política fascista y dictatorial del gobierno.
Este comportamiento del GDO de Jorge Moncayo y sus secuaces, no es un hecho
aislado: responde a la lógica del viejo sindicalismo reformista, funcional al
Estado y enemigo de la lucha de clases. Moncayo gobierna la organización como
un cacique, usando las arcas sindicales —750.000 dólares en tres años al frente
de la OSUNTRAMSA— como su caja personal, sin rendición de cuentas, mientras
manipula a la base y ahoga cualquier intento de oposición interna.
Las declaraciones de David Quishpe, secretario de organización de la
OSUNTRAMSA, no dejan lugar a dudas de la línea política de estos esbirros: “Somos
16.400 trabajadores y respaldamos a la ministra de trabajo y al gobierno de
Noboa porque ha abierto los brazos para que los trabajadores hagan cambios
significativos en sus derechos laborales”; declaraciones que no reflejan el
sentir de los trabajadores de base, y mucho menos, precisamente cuando este
régimen despide trabajadores, pretende imponer contratos por horas, abre las
puertas a la privatización de las áreas y servicios de salud pública, recorta
en presupuesto de la salud en aproximadamente 1.200 millones de dólares; condena
a los sectores populares a un sistema de salud sin medicinas ni insumos.
Declaraciones que reflejan que esta dirigencia ha dejado de pertenecer a los
trabajadores para convertirse en apéndice del poder burgués-terrateniente.
La tarea de los trabajadores de la salud y de todo el movimiento obrero es
desenmascarar y derrotar a esta dirigencia servil, recuperando la OSUNTRAMSA
como herramienta de combate de clase, capaz de enfrentar al gobierno fascista y
su política de hambre, miseria y entrega. No se trata de simples traidores,
sino de enemigos políticos de la clase trabajadora, cómplices de un régimen
antipopular que sostiene al viejo Estado.
Hoy más que nunca, frente a la ofensiva del régimen y la capitulación de
las cúpulas sindicales, el camino es claro: organizar, combatir y resistir,
construyendo un sindicalismo clasista, combativo y revolucionario al servicio
de los trabajadores y del pueblo.
Queremos, más allá de condenar y combatir a esta horda de miserables,
saludar la actitud coherente y consciente de los miembros del Ejecutivo
Nacional que se opusieron a movilizar a sus bases en la marcha convocada por
Noboa. Estos compañeros, y todos quienes mantengan firmeza con la clase
trabajadora y con nuestro pueblo, están llamados a levantar en el seno de la
OSUNTRAMSA una línea sindical roja, capaz de aplastar el oportunismo de la
actual dirección y devolver a la organización su carácter combativo y de clase.
¡ABAJO LA DIRIGENCIA OPORTUNISTA DE LA OSUNTRAMSA!
¡ABAJO LOS TRAIDORES DE LOS TRABAJADORES DE LA
SALUD!
¡POR UNA LÍNEA CLASISTA, REVOLUCIONARIA,
ANTIMPERIALISTA Y ANTIELECTORAL!
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