¡HONOR Y GLORIA ETERNA PARA EDISON FARINANGO!

Edison David Farinango, artesano, agricultor y luchador popular de la comunidad de San Ignacio, en Cotacachi, murió la tarde del sábado 27 de diciembre en el Hospital Eugenio Espejo, en Quito. Permanecía hospitalizado desde octubre, cuando resultó gravemente herido en el curso del combativo levantamiento campesino-popular de octubre.

En el desarrollo de las luchas populares, Édison recibió dos impactos de bomba: uno en la pierna y otro en la espalda, a la altura de los riñones. Las lesiones derivaron en un deterioro severo de su función renal y, con el paso de las semanas, su estado se fue agravando hasta volverse irreversible.

Con su muerte, suman cuatro los caídos vinculados a los hechos ocurridos durante la rebelión de octubre. Son cuatro hijos del pueblo que perdieron la vida en un contexto de represión por parte del régimen de Daniel Noboa.

La responsabilidad material y política por estas muertes recae, en primer lugar, en el gobierno y en los mandos que ordenaron y ejecutaron la represión. Pero también pesa sobre la dirigencia indígena quienes convirtieron la sangre derramada en propaganda, cálculo electoral y disputa de prebendas, como si cada levantamiento fuera apenas una antesala de candidaturas y pactos.

Las causas que empujaron el levantamiento de octubre no se resolvieron, pese a que el pueblo sostuvo más de un mes de combate en calles, plazas y carreteras. Noboa, en cambio, se jactó de haber impuesto el incremento del precio de los combustibles sin ceder ante la presión popular.

La dirigencia de la CONAIE, Pachakutik y la izquierda revisionista volvió a arrastrar a las masas hacia la consulta popular y celebró como triunfo el no haber permitido reformas a la Constitución de 2008. No pasaron dos meses y el gobierno desconoció ese discurso: se burló del ‘mandato’ popular, asentó presencia militar extranjera y profundizó su agenda. Insisten en el camino del constitucionalismo y la ruta electorera, pero ese marco estrecho, administrado por el viejo Estado, no resuelve las demandas de las grandes mayorías, porque el problema de fondo sigue intacto: el poder.

Hoy, los dirigentes de la CONAIE festejan: bailan zapateado y se embriagan, no solo de alcohol, sino de vanidad. Édison tuvo una agonía dolorosa, angustiante. En el hogar sencillo de Edison hay un duelo profundo, con esa tristeza que no hace espectáculo, porque la ausencia se sienta a la mesa y deja la casa en silencio.

Y a ese duelo asistimos también quienes creemos en la lucha popular, no para llorar de rodillas, sino para honrar de pie y con el puño en alto. Porque cuando el pueblo entrega su sangre, ésta debe ser reivindicada en la lucha. Roque Dalton lo dijo con una verdad que quema: “Los muertos están cada vez más indóciles”.

El Frente de Defensa de las Luchas del Pueblo del Ecuador expresa su solidaridad con la familia de Edison y con la comunidad de San Ignacio. Su muerte duele, pero también convoca: el pueblo no se rinde. En medio de la represión y de la traición de quienes pretenden domesticar la lucha, se mantiene vivo el nervio revolucionario que, tarde o temprano, volverá a levantarse con organización, combate y resistencia.

¡NI PERDÓN NI OLVIDO PARA LOS VERDUGOS DE ÉDISON!

¡HONOR Y GLORIA ETERNA PARA ÉDISON!

SI NO APLASTAMOS AL REVISIONISMO Y AL OPORTUNISMO, ¡NADA HABREMOS HECHO!

¡ORGANIZAR, COMBATIR Y RESISTIR!


 

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