La existencia de la religiosidad, la manera cómo se ha fijado en la conciencia
de las masas y cómo ha sido utilizada por las clases dominantes para detentar
el poder ha estado íntimamente ligada a determinadas condiciones sociales.
El hecho de que el Ecuador hoy sea una semi colonia y sobre todo,
semifeudal, estipula en mayor grado el rol o papel que cumple la religión en
mantener la espiritualidad colectiva de las masas en estado de ebriedad para el
sostenimiento de relaciones de producción precarias. De hecho, en una sociedad donde
menos desarrolladas son sus fuerzas productivas,
mientras más antagónicas y conflictivas sean las relaciones de producción, sus manifestaciones
religiosas son más marcadas e incidentales en el comportamiento político
cultural, filosófico e ideológico de las mayorías.
Pero esa es la realidad de nuestro
pueblo, esas son las condiciones en las que se mueve su religiosidad y es la
condición social que debemos sobrellevar los comunistas y sus aliados mientras
se vayan creando las condiciones de lucha que nos permitan destruir no solo el
régimen económico y político que generan miseria y opresión, sino las
concepciones ideo-espirituales que desembocan en la religión y que opera no
solo como instrumento de dominación en el campo de la conciencia, sino como el
letargo de inacción de las masas que son arrastradas a recrear la idea de que aquí,
en la tierra, en vida, no tendremos ni riqueza ni paz, que las cosas son como
son, que así está determinado por las divinidad, que no es una panacea vivir la
abundancia como mortales sino en el más allá, después de la muerte.
Ya Lenin decía: “La lucha contra la religión no puede limitarse ni reducirse a la
prédica ideológica abstracta; hay que vincular esta lucha a la actividad
práctica concreta del movimiento de clases, que tiende a eliminar las raíces
sociales de la religión”-
Que en el Ecuador haya casi un 80% de
católicos no es novedad, es sobre la base de contraponer, o mejor dicho,
imponer un modo de producción más avanzado apoyado en la religión católica como
los españoles conquistaron, sometieron y ocuparon América, particularmente las tierras
que comprometen lo que territorialmente hoy es el Ecuador. Entonces vemos que
las masas han vivido un proceso de alienación por más de 500 años, y que dicho
proceso no va a ser neutralizado o eliminado porque emitamos una ponencia
escrita clarificando qué es la religión, cómo opera en la conciencia de las
masas, sino extendiendo nuestros propósitos precisamente a lo que se refería
Lenin, a eliminar las raíces sociales sobre las cuales se levanta, se nutre y
opera.
En las últimas semanas la gran burguesía
y los grandes terratenientes nos han dado un
claro ejemplo de cómo la religión viene a ser un arma que favorece a
quienes detentan el Poder. El régimen de Alianza País (representante político
de la burguesía burocrática) ha evidenciado de manera palmaria cómo la religión
puede ser aprovechada oportunamente por las clases dominantes para “meter colchón”
a la crisis que vive el gobierno, distraer la atención de las masas de los
problemas fundamentales y fomentar un espíritu y comportamiento religioso
tolerante, pasivo, conciliador, de gran expectativa y movilización ligada a la visita del Papa Francisco. De
igual manera, cómo la oposición (burguesía compradora coludida con el
revisionismo y el oportunismo) también se apoya en la religión (la visita del
Papa al país) para desde ahí pretender movilizar a las masas a respaldar su
arremetida contra el régimen y dirimir las contradicciones inter-burguesas que
se han atizado en las últimas semanas. Masas abordadas desde los dos frentes
burgueses para utilizarlas como “carne de cañón” y elemento poblacional de
presión política.
Cuando el régimen reformista y fascista
de Correa inició su mandato tuvo que confrontar la activación política del
clero quién se mostró abiertamente contrario a las políticas que esgrimía el
gobierno. No bastó sino que el fascista “se
monte en el burro y tire de las orejas” para encarrilar a la Arquidiócesis y hacerles ver que Correa y sus funcionarios
no estaban en contra de la Iglesia, por el contrario, todo el tiempo ponía la
costumbre y la iglesia por delante de cualquier expresión política, filosófica
e ideológica, pero no obstante advirtió que la iglesia “haga lo que tiene que
hacer” caso contrario tendría que topar temas escabrosos como el de la deuda
externa. La iglesia calló hasta ahora, se intimidó.
En este caso Correa se refería a que la
iglesia católica en el Ecuador ya no financia sus actividades, el mantenimiento
de un ejército de monaguillos, curas, sacerdotes y su estado mayor rodeado de
serviles monjas y acólitos con las limosnas domingueras o las herencias que
usurpan a ingenuos fieles, sino de los papeles de la deuda externa que tienen
en su poder y con los que especulan en el mercado internacional.
Estos permanentes y pecaminosos
ingresos han representado un verdadero via-crucis para el pueblo, sumado a las
rentas de los miles de propiedades que tiene la iglesia y que arrienda a
instituciones públicas y privadas, de los grandes feudos que aún mantiene; la
renta que le otorga sostener un gran porcentaje de escuelas, colegios y
universidades (cuyas matrículas y pensiones son las más caras del país, por
ejemplo, colegio San Gabriel, Los Pinos, Universidad Católica, entre cientos
más), la exención de aranceles e impuestos y las asignaciones económicas que
hacen los municipios y el estado, hacen del país algo más que la “caja chica”
del Vaticano, y obvio, se merece el afianzamiento de su presencia (del papa)
entre las masas para seguir lucrando de ellas y conducirlas al viaje ilusorio
de la humildad servil y sumisa, la pobreza digna y de pobres siempre dispuestos
a “colocar la otra mejilla”.
La visita del Papa responde a esas contradicciones, pero también los hace
pensando precisamente en lo que ha manifestado el Papa en su homilía en el parque
Bi Centenario de Quito, la impostergable necesidad de desplegar un nuevo
proceso de evangelización que busca recuperar espacios que ha ido perdiendo la
iglesia Católica. Espacios que han sido “ocupados” por masas que poco a poco se
desvinculan de la religiosidad para objetivizar de mejor manera sus tareas y
concepciones. Otros espacios que han sido ocupados paulatina y
sistemáticamente de manera violenta o
pacífica de ese otro opio del pueblo: el islam, y con él, de nuevas corrientes
económicas próximas al califato feudal o a la semifeudalidad de los ayatolas, poco afables a la visión de la iglesia que con
el Vaticanos ha fomentado la expansión del imperialismo desde la perspectiva
económica, política, filosófica de “occidente”.
Con su visita a Latinoamérica el Papa
emprende una nueva cruzada internacional
fomentando la defensa de lo mismo: de la propiedad privada sobre los medios de
producción, el respeto a las costumbres, a la cultura, que en fin de cuenta es
el sustento del que se nutren quienes vienen detentando el Poder por siglos.
Desde luego, la iglesia en muchos de los casos y en muchos de los países es la
socia mayor de los estados explotadores.
La visita del Papa en lo que refiere al
país es más que eso, también es retomar una línea de comportamiento que hay que
ubicarlo en 1586 cuando los jesuitas vinieron al Ecuador con un cargamento que
además de la biblia venía pertrechado de cientos de esclavos que fueron incorporados
a la producción en condiciones infrahumanas, sobre todo en la provincia de
Imbabura, para fortalecer la criminal explotación de los indígenas que fueron organizados
en torno al cultivo de la uva, olivo, algodón, caña de azúcar y desde luego, de
cargadores de oro, plata y otros
minerales que eran transportados a los puertos de Cartagena en Colombia y que utilizaban
a esos esclavos como “mulas de carga”.
Durante el siglo XVII, los jesuitas dan
paso al régimen económico conocido como “la
hacienda” estructura productiva que recreaba relaciones de producciones
esclavistas y feudales y que resultó ser la una de las épocas más oscuras y
tristes para nuestro pueblo hasta la actualidad. En esa oportunidad, los
jesuitas coludidos con los chapetones (expresión criolla del poder español)
sumieron al país, en una etapa conocida como la Gran Fase Jesuita, o la fase negra, (1627-1700) en la que
profundizan el proceso esclavista de los negros, comercializan con ellos, los
subastaban en plazas públicas, vendían a los más viejos o a los enfermos. A las
mujeres muy jóvenes con capacidad reproductiva las negociaban en altos precios,
en cambio, aquellas que ya no podían tener hijos eran vendidas en el mercado a
bajos precios para que trabajen como sirvientas en las casas de los felipillos
y chapetones de la ciudad. Además de explotar a los negros, lo ponían al frente
del los trabajadores indígenas en calidad de capataces generando entre estos
dos pueblos (negro e indio) antagonismos que han sido reproducidos en el tiempo
hasta nuestros días.
La presencia de los jesuitas ha sido
totalmente lóbrega en el país, una ignominia perdurable en el tiempo y en las
formas, hoy un sustento ideo espiritual de la semifeudalidad explotadora.
También se hicieron del control de la
educación en el país, reproduciendo en sus aulas a los exponentes más
relevantes del poder criollo que devino en los grandes terratenientes semi
feudales y en la gran burguesía del país.
Hoy, la dirigencia del movimiento
indígena, termina haciéndole el juego al nuevo proceso de evangelización, que
no deja de ser sino continuidad de aquel emprendido hace cinco siglos; proceso de
embrutecimiento de la conciencia de las masas, sobre todo de las más pauperizadas
y con bajo o ningún nivel de escolaridad, donde es más fácil calar con el dogma
religioso y mantener borrachas a las masas sin capacidad de reaccionar ante la
explotación, el oprobio y la miseria. ¿Acaso eso saluda la dirigencia
oportunista de la CONAIE?
¡Desde luego!,
Basta leer el pronunciamiento de una de
sus representantes, la oportunista y derechista Lourdes Tibán quién a propósito
de la venida del papa manifestó:
“El pueblo
indígena y los ecuatorianos en general nos alegramos y agradecemos su visita,
porque seguramente dejará sembrada la semilla del amor, la paz y la unidad de
las familias de esta Ecuador cultural, político y socialmente diverso, que más
allá de ser un país de los milagros, es un país laico, lleno de fe y
esperanza….(sic) unamos nuestras oraciones a las suyas, para que el todopoderoso
SALVE AL ECUADOR” Lourdes Tibán
Es decir, esta oportunista se alinea a la
cola del oscurantismo feudal-religioso para abogar desde ahí por la “paz” y la
“unidad de las familias” sin siquiera detenerse a pensar que no hay paz
mientras haya explotación para indígenas y campesinos pobres, para obreros y
pobladores asalariados y explotados por quienes detentan el Poder desde hace
siglos. Los hombres y mujeres explotados, sabemos que al país no lo va a salvar
dios, que la “esperanza” de los pobres no debe ser religiosa, sino que esa nace
de su compromiso y participación en la lucha. A las masas pobres la salva solo
el pueblo organizado, con lucha, con destrucción y construcción, con violencia
revolucionaria, así ha sido siempre y así será mientras existan antagonismos de
clase.
Pero veamos algo más, la Conaie y la
oportunista Tibán, al emitir sus saludos a la visita del Papa, lo que están
haciendo es refrendando y avalando el carácter semifeudal del viejo estado en
la medida que la religión sigue atada o ligada al estado, que los principios democráticos que se supone
esgrimía Eloy Alfaro en la “revolución liberal” no pudieron materializarse
hasta nuestros días precisamente porque son visiones y aplicaciones de la
democracia con plenos poderes y carácter de clase, totalmente incompatibles con
la democracia que podrá ejercitar el pueblo solo cuando su clase dirigente, el
proletariado, conquiste el poder.
El mensaje del
Papa en su visita al país.
Nada en particular, todo en general. Se
mostró ambiguo, no tuvo plena disposición por asumir posición en la
contradicción interburguesa. Básicamente dejó tres mensajes en concreto:
evangelizar, evangelizar y evangelizar. Claro, entre líneas habló sobre la
necesidad de consolidar a la familia donde la mujer debe retomar el rol
aglutinador, formativo de los hijos y sobre todo seguidora de su marido, enviando
al carajo, con un solo discurso, las
conquistas de la mujer por enterrar el machismo feudal que ahora tiene un nuevo
interlocutor y defensor: el Papa.
Pero no contento con eso, se dio modos
también para hablarnos entre dientes de paz, la paz de la conciliación entre
explotadores y explotados, de la inclusión social de opresores y oprimidos,
como una suerte de eclecticismo social que pretende eliminar las
contradicciones que genera una sociedad llena de antagonismos de clase.
Pero ¿quién es
el Papa Francisco?
El Papa Francisco, cuyo verdadero nombre
es Jorge Mario Bergoglio, además de ser hincha del equipo de fútbol San Lorenzo de Argentina,
es representante del neo populismo de la iglesia católica, es decir,
profundamente conservador, ortodoxo pero con un discurso remozado para
adaptarlo a las masas, sus vivencias y sus expresiones. También es carismático,
informal para hablar y mostrarse como un hombre bondadoso, “santo”, que a cada
minuto exhorta a sus fieles recen por él, que carga a cuestas no necesariamente
la cruz de la iglesia católica, sino una seria acusación de haber sido
responsable del secuestro de dos sacerdotes, también jesuitas: Orlando Yorio y Francisco Jalics en 1976 por parte de los
militares en la nefasta dictadura militar en Argentina responsable de la muerte
y/o desaparición de más de 30 mil personas.
Bergoglio –el Papa- fue llevado a tribunales argentinos acusado
de complicidad en crímenes de lesa humanidad: complicidad en el secuestro y
tortura de dos sacerdotes bajo su mando. En su testimonio no aportó nada para
el esclarecimiento de los hechos, por el contrario, se mostró evasivo tratando
de salvar responsabilidades personales y de los militares de la ESMA (Escuela
Superior Mecánica de la Armada) tristemente célebres por ser el lugar donde se
torturaba y ejecutaba a izquierdistas o cualquier opositor a la dictadura.
Según la justicia argentina, el papa “entregó” a los dos
sacerdotes a los militares acusándolos de realizar actividades subversivas. Los
dos jesuitas fueron torturados brutalmente y encarcelados por seis meses.
Bergolio resulta ser parte de esa camada religiosa a la
que perteneció Christian von Wernich, cura que no solo delataba a miembros de
la izquierda de Argentina, sino que participaba activamente en la tortura de
los detenidos. Sin embargo las acusaciones judicializadas que tiene el Papa en
Argentina no se limitan al caso de secuestro y tortura de los dos jesuitas,
sino a la desaparición de hijos de los izquierdistas apresados y desaparecidos
en la dictadura militar.
Mucho durará esta inyección de “puntas” (aguardiente
artesanal) directo a la vena de las masas para mantenerlas dopadas y sujetas
del discurso conciliador y desmovilizador. Ya se abrirá nuevamente el balcón
del régimen y de la oposición para parafrasear al papa y ajustar su “mensaje”
al discurso interesado en manipular a las masas para embarcarlas en las
contradicciones inter burguesas y dirimirlas a su favor, cada quién por su
lado.
Pero hay que trabajar, hay que denunciar el verdadero
carácter que ha tenido la visita del Papa al país y a Latinoamérica. Sus
verdaderos objetivos y sobre todo la profunda incidencia que tiene en una
subregión que está efervescente y que apunta, a pesar del dogma religioso y sus
esfuerzos por renovarlo, a reverdecer por conquistar su verdadera y definitiva
emancipación.
Ya Bolivia vivió algo similar a lo que vivimos aquí con la
visita del Papa. Paraguay, no diferente. Posteriormente será México, donde
tiene la mayor fuente de ingresos la iglesia y no cerrará hasta consolidar el
proceso de reconversión política e ideológica en Cuba con la complicidad de los
Castro, Obama y el revisionismo internacional.
Ni en dioses, reyes ni tribunos
Esta el supremo salvador,
Nosotros mismos realicemos
El esfuerzo redentor
La liberación del pueblo es obra del pueblo cobijado en la
línea ideológica correcta. Ni la paz religiosa más próxima a la de los
cementerios, ni mucho menos el reino celestial en el cielo; la paz aquí, ahora,
en la tierra, sin antagonismos de clase, sin explotación, si miseria, sin
tiranos, y el reino…., ese solo es
posible en el comunismo.
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