¿Qué quedó del retrete electoral?
Mucho y poco.
Primero, algo que resultaba evidente: Noboa ganaba porque tenía que ganar.
Ya sea por la vía del sainete electoral o por la imposición directa. ¿Por qué?
Porque esa es la necesidad del imperialismo, al menos por ahora, para nuestro
país y para la región. No gana por sus propuestas (¿), sus mentiras o su
billetera; gana porque es lo que requiere el imperialismo en este momento para
la región, precisamente cuando atraviesa una de sus crisis económicas y
políticas más profundas.
Lo del correísmo es punto y aparte.
Había que ser algo más que ingenuo para ubicar al correísmo como una
corriente de “izquierda”. De hecho, calificar como tales al Partido Socialista,
a Unidad Popular, a Pachakutik o a la CONAIE y Pachaklutik es, por donde se lo
mire, un desacierto o una bribonada propia del reformismo más descarado.
El correísmo no pierde las elecciones porque sus propios cuadros sabotearon
la campaña de González; tampoco pierde porque la CONAIE no le aportó ni un solo
voto —más bien, le restó. Pierde porque en este momento, en el que China, Rusia
e Irán han agudizado sus contradicciones con los Estados Unidos, el
imperialismo no puede darse el “lujo” de tener en su “patio trasero” otra
Venezuela o Cuba.
De todas formas, el país queda bajo la administración de la burguesía
compradora, bajo un régimen que ya ha mostrado su faceta fascista: desconoce
los derechos demoliberales, pisotea la Constitución y mantiene militarizado el
país. Este régimen avanza hacia la corporativización de las masas, activando a
los caudillos y gamonales que pululan en las organizaciones campesinas, indígenas,
sindicales y populares. Por esa vía manipula, chantajea y arrastra a las masas
a vivir lo invivible.
¿Estamos ante la muerte del correísmo? No, definitivamente. Porque el
correísmo, más que una concepción política o ideológica irruptiva en la
narrativa de la izquierda domesticada del país, sigue siendo la expresión de la
gran burguesía: ¡pero en manos de su fracción burocrática! Esa que se viste con
discursos antimperialistas, democráticos y populares, pero que en esencia sigue
siendo burguesía. Una burguesía que utiliza de manera más vehemente al Estado
como instrumento para su reproducción económica y política.
El correísmo existe más allá de Correa. Esa matriz ya era esgrimida,
incluso antes, por sectores del militarismo nacionalista, de corte reformista y
pretendidamente revolucionario.
¿Qué nos espera?
Una brutal campaña de privatizaciones.
Un desmantelamiento sistemático del sector público.
La transferencia acelerada de empresas estratégicas y servicios al gran
capital, ya sea a manos de capital extranjero, nacional o de alianzas macabras
entre ambos.
Se eliminarán los subsidios a los servicios básicos: energía, gas,
combustibles. Eso lo ordena el Fondo Monetario Internacional, y Noboa no es más
que un hijo bastardo de las políticas fondomonetaristas.
Se profundizará la reprimarización de la economía, incrementando la
producción de hidrocarburos y desatando una arremetida minera que entrega más
territorios a las transnacionales, como ofrenda servil del viejo Estado al
capital imperialista. Se agudizará el desempleo, y en obediencia a la línea
reaccionaria de Trump, este miserable pretende imponer aranceles a los
productos chinos, arrastrando a nuestro pueblo a una guerra comercial que no es
suya, pero cuyas consecuencias pagará con hambre y miseria nuestro pueblo.
Se vienen cambios radicales en las relaciones laborales: una ofensiva
contra el poco trabajo formal que existe, una precarización acelerada que
pisoteará más aun derechos conquistados con lucha y sangre. Se profundizará la
explotación del proletariado y el campesinado pobre, y con ello, se afianzará
aún más la semifeudalidad que nos encadena.
Se instalarán bases militares en territorio nacional. La presencia de
Estados Unidos —a través de sus Fuerzas Armadas, sus aparatos de inteligencia y
sus empresas mercenarias— convertirá al país en un enclave sitiado, en una
plataforma de guerra, no contra el crimen, sino contra los pueblos de la región
y el manejo geoestratégico de los EEUU.
Y no nos equivoquemos: hay que ser estúpidos, funcionales o cómplices para
creer que la presencia del imperialismo acabará con los secuestros, el
sicariato o el terrorismo. ¡No! Jamás debemos olvidar que la gran burguesía y
grandes terratenientes son estructuralmente corruptos, que su sistema
financiero se alimenta de narcodólares, y que el imperialismo —particularmente
el yanqui— es el principal consumidor de drogas del planeta.
Pero en medio de todo esto, hay algo aún más grave: el régimen de Noboa
confrontará a un pueblo que hoy se encuentra parcelado, dividido, fragmentado.
Y esa fragmentación no es solo obra de la billetera ni de las políticas de la
gran burguesía, sino también de los oportunistas que, creyéndose iluminados, se
lanzaron a la aventura electoral pensando que podían disputar la administración
del viejo aparato burocrático en los márgenes de este Estado podrido. Iza,
desde las trincheras del oportunismo pequeñoburgués le hizo tanto daño a las
masas como el mismo proceso electoral.
Pero bueno, no queremos decir que antes esto haya sido igual o peor. Lo que
queremos afirmar es que esta miseria estructural es una constante histórica que
debemos confrontar con claridad, porque seguimos siendo una semicolonia y un
país semifeudal.
Pero no nos arredra. El escenario complejo no nos amilana ni nos
desmoraliza. Todo lo que hoy ocurre ya lo habíamos advertido, mucho antes del
estercolero electoral. Por eso, la tarea es clara: debemos emprender un trabajo
profundo, sostenido y serio por la reconstitución del movimiento sindical,
campesino, indígena y popular.
La bancarrota no es de las masas, es de su dirección. Es la quiebra de sus
curacas, de sus caudillos, de los burócratas de izquierda de cafetín, que han
traicionado al pueblo una y otra vez.
Es urgente reconstituir la izquierda ecuatoriana. No hablamos de aquellos que,
por citar a Marx, agitar la bandera del “antiimperialismo” o lanzar discursos
“anticapitalistas” se autodenominan izquierda. No. Nos referimos a una
verdadera izquierda revolucionaria, arraigada en el pueblo, forjada en la lucha
de clases y orientada por una ideología científica que sirva a la
transformación radical, absoluta, del viejo orden.
Las bases están ahí. Sí, muchas de ellas alienadas, desorganizadas,
confundidas por décadas de oportunismo y traición, pero ahí están. Y es nuestro
deber asumir la tarea histórica que nos corresponde: llevar la ideología al
frente, cualificar sus formas de organización, elevar su conciencia y mostrar
que una chispa —bien dirigida— puede encender la pradera.
Nos corresponde llevar luz ideológica, dirección política correcta y una
línea revolucionaria firme a las masas. Ese es el reto ineludible. Porque si no
lo hacemos, si no asumimos con seriedad y decisión este papel, el imperialismo
y las clases dominantes seguirán devorándonos sin tregua, profundizando la
miseria, la dependencia y la opresión.
¡Pueblo del Ecuador, alertas!
Los dirigentes del sindicalismo traidor, las direcciones del movimiento
indígena podridas hasta los tuétanos, esas ratas que se venden por migajas de
poder y se arrastran serviles entre las patas de sus amos, ya están en
movimiento. Han pasado apenas unos días desde las elecciones y ya hablan de
“balances”, de “aclaraciones”, de juramentos vacíos sobre seguir “firmes en la
lucha”.
Ahora, marginados por su derrota electoral, extraviados en la vorágine de
los votos que no lograron arrancar ni siquiera entre sus propias comunidades o
clientelas, intentarán recuperar sus espacios de dirección y movilidad
política. Vendrán disfrazados de rojos, de radicales, de combativos. ¡Patrañas!
No podemos volver a caer en sus mentiras ni en su falso liderazgo.
Que se pudran en su mierdero. Las masas no necesitan líderes de barro:
necesitan línea ideológica correcta, dirección política firme, una guía
revolucionaria que las empuje al único camino posible: el de la revolución.
La vía electoral está trazada para los oportunistas, para los traidores,
para quienes se aferran a las migajas del viejo Estado. La línea democrática,
la de la organización y la lucha, es la que está definida para las masas, para
quienes hemos comprendido que no hay reforma que sirva ni urna que salve, que
lo único que puede transformar esta vieja sociedad podrida es la lucha
revolucionaria, organizada, decidida y consciente.
Hay que detenerlos. Desenmascararlos. Y combatirlos sin tregua. Porque si
algo nos enseña esta nueva etapa de crisis, es que, sin dirección
revolucionaria, no hay camino transitable para el pueblo.
¡HAY QUE APLASTAR A LOS REVISIONISTAS Y
OPORTUNISTAS!
¡POR LA RECONSTITUCIÓN DEL MOVIMIENTO CAMPESINO,
INDÍGENA, SINDICAL Y POPULAR!
¡NO MÁS CURACAS, GAMONALES NI CAUDILLOS CON PIES
DE BARRO!
¡ORGANIZAR, COMBATIR Y RESISTIR!
Camaradas saludos revolucionarios! Ahora circulan sendos comunicados “ MAOÍSTAS “ sobre el 1o de mayo echándole tierra a la gloriosa revolución Revolución maoísta en el Perú:
ResponderEliminarLeyendo el comunicado sobre el 1o no registra el proceso QUE COMO AVE FÉNIX se levanta como dice Marx - Mao - Presidente Gonzalo, UN RECODO EN EL CAMINO , o un accidente de trabajo, caemos una vez y volvemos a pararnos todavía con la sangre fresca y se continúa la lucha, así sucesivamente hasta la victoria de la revolución Comunista Maoísta Presidente Gonzalo. En dicho despliegue del llamado a la movilización no registran la Revolución Comunista en el Perú antorcha de la revolución Comunista mundial. Lamentable que estas organizaciones que firman el comunicado hayan hecho borrón tan fácilmente a la sangre preciosa de cientos de combatientes que dieron la vida por el Partido y la Revolución, obreros y campesinos, indígenas, negros, estudiantes, intelectuales, profesionales, artistas y proletariado en general. Es Lamentable que eso pase, no es sorprendente pero si preocupa el rumbo de la revolución Comunista maoísta en Colombia.
ResponderEliminarDesde el huerto de cientos de combatientes que claman venganza encontrarán el eco a su reclamo en el proceso de la verdadera revolución Comunista maoísta pensamiento Gonzalo que viene en camino y la guerra popular será el santuario donde todos los combatientes tendrán un sitio de honor construido con carne y sangre la misma que ellos dieron su vida por construirlo: EL DORADO COMUNISMO!.
En un fragmento escriben: “ Un Bloque Revolucionario. El Primero de Mayo está marcado por la lucha que los pueblos libran a través de movilizaciones, bloqueos, Paros, levantamientos de todo tipo y revoluciones como ocurren en la India, Turquía, Filipinas y otros…” La Revolución en el Perú lo desaparecen…
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