El poder se conquista a través de la violencia…
se conserva el poder sólo a través de la dictadura
Mariátegui
Cuando nos compenetramos en las entrañas de la guerra popular en el
Perú, inevitablemente nos encontramos con el pensamiento político de José
Carlos Mariátegui sistematizado brillantemente por el presidente Gonzalo.
Este encuentro no necesariamente sirve para fundamentar las
condiciones y objetivos de la guerra popular en torno a la revolución de Nueva
Democracia del Perú, sino que ha dado los importantes grados de identidad que
tienen nuestros países, sobre todos los de la subregión andina, dicho análisis
y aplicación del pensamiento político de Mariátegui expuesto en el
marxismo-leninismo-maoísmo-pensamiento Gonzalo también han devenido en la guía
para la revolución en el Ecuador y otros países del tercer mundo.
Bien lo manifestaba el presidente Gonzalo: “En síntesis,
Mariátegui era marxista-leninista; más aún, en él, en Mariátegui, en el
fundador del Partido, encontramos tesis similares a las que el Presidente Mao
ha establecido a nivel universal. En consecuencia, para mí concretamente,
Mariátegui sería hoy marxista-leninista-maoísta; y esto no es especulación, es
simplemente producto de la compresión de la vida y obra de José Carlos
Mariátegui.”
Mariátegui sostenía que el
marxismo-leninismo es el sendero luminoso del futuro, afirmación que la hizo en un contexto en que el pensamiento del presidente Mao
Tse-tung aún no se generaba y por consiguiente era desconocido en el MCI; de
todas maneras fue la reconstitución del
Partido Comunista del Perú, los preparativos, desarrollo y sostenimiento de la guerra
popular quienes pusieron en el lugar que la historia demandaba al gran Amauta
al sostener con voz de mando, con voz de trueno, la orden de seguir por el
sendero luminoso de Mariátegui.
Sin
que pretendamos caer en un
reduccionismo burdo, al conmemorar el 16 de abril un aniversario más de
la muerte del gran amauta (14 de junio
de 1894-16 de abril de 1930) nos permitimos citar algunas de sus expresiones
que reflejan su profundo contenido revolucionario, político e ideológico que en
gran medida le antecedió al pensamiento Mao Tase-tung en el curso de la
revolución en China y que inevitablemente se proyectó hasta nuestros días.
Ø Los
grandes Estados capitalistas han entrado, fatal e inevitablemente, en la fase
del imperialismo. La lucha por los mercados y las materias primas no les
permite fraternizar cristianamente. De modo inexorable, los empuja a la expansión.
Ø El
capitalismo, como sistema económico y político, se manifiesta incapaz, en la
América Latina, de edificación de una economía emancipada de las taras
feudales…En la agricultura, el establecimiento del salariado, la adopción de la
máquina, no borran el carácter feudal de la gran propiedad. Perfeccionan,
simplemente, el sistema de explotación de la tierra y de las masas campesinas.
Ø Los
gérmenes de la guerra están alojados en el organismo de la sociedad
capitalista. Para vencerlos es necesario, por consiguiente, destruir este
régimen cuya misión histórica, de otro lado, está ya agotada.
Ø No
queremos, ciertamente, que el socialismo sea en América calco y copia. Debe ser
creación heroica. Tenemos que dar vida, con nuestra propia realidad, en nuestro
propio lenguaje, al socialismo indoamericano. He aquí una misión digna de una
generación nueva.
Ø La
misma palabra revolución, en esta América de las pequeñas revoluciones, se
presta bastante al equívoco. Tenemos que reivindicarla rigurosa e
intransigentemente. Tenemos que restituirle su sentido estricto y cabal. La
revolución latinoamericana será nada más y nada menos que una etapa, una fase
de la revolución mundial. Será simple y puramente la revolución socialista. A
esta palabra agregad, según los casos, todos los adjetivos que queráis:
«antiimperialista», «agrarista», «nacionalista-revolucionaria». El socialismo
los supone, los antecede, los abarca a todos.
Ø El
régimen de propiedad de la tierra determina el régimen político y
administrativo de toda nación. El problema agrario –que la República no ha
podido hasta ahora resolver-, domina todos los problemas de la nuestra. Sobre
una economía semifeudal no pueden prosperar ni funcionar instituciones
democráticas y liberales
Ø Pesan
sobre el propietario criollo la herencia y educación españolas, que le impiden
percibir y entender netamente todo lo que distingue al capitalismo de la
feudalidad. Los elementos morales, políticos, psicológicos del capitalismo no
parecen haber encontrado aquí su clima. El capitalista, o mejor el propietario
criollo, tiene el concepto de la renta antes que el de la producción. El
sentimiento de aventura, el ímpetu de creación, el poder organizador, que
caracterizan al capitalista auténtico, son entre nosotros casi desconocidos.
Ø La
clase terrateniente no ha logrado transformarse en una burguesía capitalista,
patrona de la economía nacional. La minería, el comercio, los transportes, se
encuentran en manos del capital extranjero. Los latifundistas se han contentado
con servir de intermediarios a éste, en la producción de algodón y azúcar. Este
sistema económico, ha mantenido en la agricultura, una organización semifeudal
que constituye el más pesado lastre del desarrollo del país.
Ø El
régimen de trabajo está determinado principalmente, en la agricultura, por el
régimen de propiedad. No es posible, por tanto, sorprenderse de que en la misma
medida en que sobrevive en el Perú el latifundio feudal, sobreviva también,
bajo diversas formas y con distintos nombres, la servidumbre.
Ø No
nos contentamos con reivindicar el derecho del indio a la educación, a la
cultura, al progreso, al amor y al cielo. Comenzamos por reivindicar,
categóricamente, su derecho a la tierra.
Ø Las
expresiones de la feudalidad sobreviviente son dos: latifundio y servidumbre. Expresiones
solidarias y consustanciales, cuyo análisis nos conduce a la conclusión de que
no se puede liquidar la servidumbre, que pesa sobre la raza indígena, sin
liquidar el latifundio.
Ø El
indio sigue viviendo su antigua vida rural. Guarda hasta hoy su traje, sus
costumbres, sus industrias típicas. Bajo el más duro feudalismo, los rasgos de
la agrupación social indígena no han llegado a extinguirse. La sociedad
indígena puede mostrarse más o menos primitiva o retardada; pero es un tipo
orgánico de sociedad y de cultura. Y ya la experiencia de los pueblos de
Oriente, el Japón, Turquía, la misma China, nos han probado cómo una sociedad
autóctona, aun después de un largo colapso, puede encontrar por sus propios
pasos, y en muy poco tiempo, la vía de la civilización moderna y traducir, a su
propia lengua, las lecciones de los pueblos de Occidente.
Ø El
término gamonalismo no designa solo una categoría social y económica: la de los
latifundistas o grandes propietarios agrarios. Designa todo un fenómeno. El
gamonalismo no está representado solo por gamonales propiamente dichos.
Comprende una larga jerarquía de funcionarios, intermediarios, agentes,
parásitos, etc. El indio alfabeto se transforma en un explotador de su propia
raza porque se pone al servicio del gamonalismo. El factor central del fenómeno
es la hegemonía de la gran propiedad semifeudal en la política y el mecanismo
del Estado. Por consiguiente, es sobre este factor sobre el que se debe actuar
si se quiere atacar en su raíz un mal del cual algunos se empeñan en no
contemplar sino las expresiones episódicas o subsidiarias.
Ø La
reivindicación indígena carece de concreción histórica mientras se mantiene en
un plano filosófico o cultural. Para adquirirla -esto es para adquirir
realidad, corporeidad,- necesita convertirse en reivindicación económica y
política. El socialismo nos ha enseñado a plantear el problema indígena en
nuevos términos. Hemos dejado de considerarlo abstractamente como problema
étnico o moral para reconocerlo concretamente como problema social, económico y
político. Y entonces, lo hemos sentido, por primera vez, esclarecido y
demarcado.
Ø El
hacendado se reserva las mejores tierras y reparte las menos productivas entre
sus braceros indios, quienes se obligan a trabajar de preferencia y gratuitamente
las primeras y a contentarse para su sustento con los frutos de las segundas.
El arrendamiento del suelo es pagado por el indio en trabajo o frutos, muy rara
vez en dinero (por ser la fuerza del indio lo que mayor valor tiene para el
propietario), más comúnmente en formas combinadas o mixtas.
Ø El
«nuevo indio» espera. Tiene una meta. He ahí su secreto y su fuerza. Todo lo
demás existe en él por añadidura. Así lo he conocido yo también en más de un
mensajero de la raza venido a Lima. Recuerdo el imprevisto e impresionante tipo
de agitador que encontré hace cuatro años en el indio puneño Ezequiel Urviola.
Este encuentro fue la más fuerte sorpresa que me reservó el Perú a mi regreso
de Europa. Urviola representaba la primera chispa de un incendio por venir. Era
el indio revolucionario, el indio socialista. Tuberculoso, jorobado, sucumbió
al cabo de dos años de trabajo infatigable. Hoy no importa ya que Urviola no
exista. Basta que haya existido. Como dice Valcárcel, hoy la sierra está
preñada de espartacos.
Ø Abandonar
a los humildes, a los pobres, en su batalla contra la iniquidad es una
deserción cobarde. El pretexto de la repugnancia a la política es un pretexto
femenino y pueril. La política es hoy la única grande actividad creadora. Es la
realización de un inmenso ideal humano. La política se ennoblece, se dignifica,
se eleva cuando es revolucionaria. Y la verdad de nuestra época es la
Revolución. La revolución que era para los pobres no sólo la conquista del pan,
sino también la conquista de la belleza, del arte, del pensamiento y de todas
las complacencias del espíritu.
Ø El
Partido es un Partido de clase y, por consiguiente, repudia toda tendencia que
signifique fusión con las fuerzas y organismos políticos de las otras clases.
El Partido reconoce que, dentro de las condiciones nacionales, la realidad nos
impondrá la celebración de pactos o alianzas, generalmente con la pequeña
burguesía revolucionaria. El Partido podrá formar parte de estas alianzas de
carácter revolucionario; pero, en todo caso, reivindicará para el proletariado
la más amplia libertad de crítica, de acción, de prensa y de organización.
Ø Preconizar
el frente único no es, pues, preconizar el confusionismo ideológico. Dentro del
frente único cada cual debe conservar su propia filiación y su propio ideario.
Cada cual debe trabajar por su propio credo. Pero todos deben sentirse unidos
por la solidaridad de clase, vinculados por la lucha contra el adversario
común, ligados por la misma voluntad revolucionaria, y la misma pasión
renovadora.
Ø Las raíces
de la decadencia de la Segunda Internacional se confunden con las raíces de la
decadencia de la democracia. La Segunda Internacional está totalmente saturada
de preocupaciones democráticas. Corresponde, a una época de apogeo del
parlamento y del sufragio universal. El método revolucionario le es
absolutamente extraño. Los nuevos tiempos se ven obligados, por tanto, a
tratarla irrespetuosa y rudamente.
Ø Nadie
debe sorprenderse de que todas las mujeres no se reúnan en un movimiento
feminista único. El feminismo tiene, necesariamente, varios colores, diversas
tendencias. Se puede distinguir en el feminismo tres tendencias fundamentales,
tres colores sustantivos: feminismo burgués, feminismo pequeño-burgués y
feminismo proletario. Cada uno de estos feminismos formula sus reivindicaciones
de una manera distinta. La mujer burguesa solidariza su feminismo con el
interés de la clase conservadora. La mujer proletaria consustancia su feminismo
con la fe de las multitudes revolucionarias en la sociedad futura. La lucha de
clases –hecho histórico y no aserción teórica- se refleja en el plano
feminista. Las mujeres, como los hombres, son reaccionarias, centristas o
revolucionarias. No pueden, por consiguiente, combatir juntas la misma batalla.
En el actual panorama humano, la clase diferencia a los individuos más que el
sexo.
Ø La
palabra democracia no sirve ya para designar la idea abstracta de la democracia
pura, sino para designar el Estado demo-liberal-burgués. La democracia de los
demócratas contemporáneos es la democracia capitalista. Es la democracia-forma
y no la democracia- idea. Y esta democracia se encuentra en decadencia y
disolución. El parlamento es el órgano, es el corazón de la democracia. Y el
parlamento ha cesado de corresponder a sus fines y ha perdido su autoridad y su
función en el organismo democrático, La democracia se muere de mal cardíaco.
La Reacción confiesa, explícitamente, sus propósitos anti-parlamentarios. El
fascismo anuncia que no se dejará expulsar del poder por un voto del
parlamento.
¡HONOR GLORIA AL GRAN AMAUTA:
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGU!
¡VIVA EL MAXISMO-LENINISMO-MAOÍSMO-PENSAMIENTO GONZALO!
¡VIVA LA GUERRA POPULAR EN EL PERÚ!
¡VIVA LA GUERRA POPULAR EN LA INDIA, FILIPINAS Y TURQUÍA!
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