Hay quienes creen
que el régimen no puede manejar la crisis, que no tiene la capacidad de
hacerlo. Pues bien, no es que el gobierno no pueda hacerlo, es que no quiere,
porque su condición e intereses de clase lo empujan a hacer lo que tiene que
hacer en beneficio de sus aliados tácticos y estratégicos.
Algo que
deberíamos preguntarnos objetivamente es: ¿acaso esperábamos que el gobierno no
cumpla con el imperialismo, con la gran burguesía y grandes terratenientes para
que dedique sus esfuerzos políticos y económicos a ayudar y atender a las masas?
Si es así, pecamos de ingenuos porque estaríamos pensando que el Estado no es
un instrumento de dominación sino un aparato de “todos” y en beneficio de los
ecuatorianos sin distinción de clases y demás.
¿Acaso
esperábamos que no pague la deuda externa y atienda con esos recursos al pueblo?
Muchos se
han tragado esa convocatoria de “unidad en medio de la crisis”; una remozada
versión de la coexistencia pacífica (Jruchov) en medio de la pandemia. Muchos
se han tragado ese cuento de que de esta crisis “salimos todos, juntos, o no sale
nadie”.
¡PATRAÑAS!.
Las masas ponen el trabajo; los campesinos alimentan a las ciudades, siguen
trabajando sin asistencia, sin atención en
términos de salubridad, sin nada; siguen poniendo su cuota de sacrificio, de trabajo. La burguesía se repliega. Unos, le
sacan provecho a la crisis, han visto en la desgracia una oportunidad de
negocios. Otros, se ponen a buen recaudo, no quieren arriesgar sus capitales,
sus utilidades; le apuestan a la espera, especulan; y en esa espera y especulación
dejan desparramados por todos lados trabajadores despedidos, sin ingresos.
Moreno y
su séquito de hienas han lanzado nuevas medidas. Nada nuevo bajo el sol. Sigue
menguando o echando mano al salario de los trabajadores para que seamos
precisamente nosotros los que financiemos la respuesta sanitaria que demanda la
crisis.
El
régimen utiliza toda una estrategia que va desde la distracción hasta la toma
de ciertas medidas que de forma parece que le recarga a las clases dominantes
la responsabilidad de sobrellevar la crisis de mayor manera y a las masas, pero
no, no es así, atrás de esos eufemismos hay más imposición a las masas, más
responsabilidad sobre sus cansinos hombros.
¡Mentira!
Si bien es cierto las nuevas medidas llaman a que las empresas que hayan tenido
utilidades superiores a un millón de dólares aportaren el 5% de esa utilidad,
respecto de su patrimonio y de las utilidades no refleja o significa nada, y
eso sin considerar que la riqueza que disfrutan no la generaron ellos, sino los
trabajadores en el día a día y con salarios de miseria. La burguesía no entrega
el 5 % de las utilidades, entrega el esfuerzo y la vida de los trabajadores
quienes fueron los que crearon esa utilidad o plusvalor.
Además,
el régimen plantea que las personas que ganan sobre los 500 dólares deben hacer
una “contribución” durante los próximos meses. Parece que no fuese mucho, pero
al paso que vamos esta medida se va a repetir muchas veces más. Hace algunas
semanas ya le metió la mano al bolsillo de los trabajadores del sector público,
entre esos a los trabajadores de la salud que además son maltratados y
expuestos al contagio por la falta de insumos y medios de bioseguridad. Ahora,
15 días después arremete nuevamente con este tipo de medidas para que sean los
trabajadores quienes financien el desgobierno y la bancarrota del capitalismo
burocrático a costa de la mayor
precarización laboral y condiciones de vida de las masas.
Las demás medidas son populistas. Extender la asistencia
de seguridad social (IESS) al nuevo contingente de desempleados por 120 días.
Si ni siquiera pueden con los que ya están en los hospitales, ¿acaso van a
poder con el nuevo peso que implica atender a millones de ecuatorianos que se
han quedado y que se están quedando sin trabajo? Demagogia barata.
Mientras
tanto, sigue dándonos circo. Apenas días atrás se concretó el juicio al remedo
de fascista de Correa.
A los
comunistas no es irrelevante si lo condenan o no. No hemos salido a festejar,
como si lo ha hecho el revisionismo, festejan la condena de Correa y sus
secuaces a 8 años de cárcel.
¿Por qué
nos es indiferente?, porque no nos corresponde ponernos del lado de ninguna de
las fracciones de la gran burguesía. Porque esos son conflictos interburgueses entre
la burguesía comparadora y la burguesía burocrática y para nuestros objetivos
estratégicos, las dos fracciones de esa burguesía son enemigos irreconciliables
de los obreros, campesinos pobres y demás masas explotadas del país. Sin embargo
el revisionismo y el oportunismo colaboran en distraer a las masas de la lucha
de clases que hoy también se expresa en la lucha en contra del coronavirus.
Caen con facilidad en las argucias del régimen.
El
gobierno, por su parte, sigue con su propósito. Pagó la deuda externa, sin embargo, no paga salarios a trabajadores de
la salud; no paga salarios a docentes, no exige que las empresas tercerizadoras
que prestan servicios en los hospitales cumplan con los trabajadores. Al
régimen le importa un bledo que las empresas despidan a trabajadores en medio de
la crisis, no obstante, sale en su salvataje, lanza una boya a los empresarios para
que refleten o conserven sus pingues ganancias sin arriesgar nada en nombre de
la crisis y de la estabilidad laboral de los trabajadores.
Hay
crisis hospitalaria. Sin embargo, el régimen le mete la mano al bolsillo de los
trabajadores, pero deja intocado el sistema de salud privado; escenarios a los
que sólo tiene acceso la gran burguesía. Si hay estado de emergencia, el
régimen debe incorporar al sistema de salud pública al sector privado, sin
costos para los usuarios que son referidos de los hospitales públicos. Sin embargo
sabemos que no lo va a hacer; por esa es la manera cómo se maneja la emergencia.
Proletariado
y pueblo del Ecuador, no caigamos en el discurso de unidad ante la crisis,
porque ni siquiera en estas condiciones podemos unirnos o transar con los
enemigos de la clase y del pueblo.
No
caigamos en el discurso de que de esta salimos juntos o no sale nadie. Quieren
salir ellos, con la salud incólume y con sus capitales y ganancias intactas.
Nosotros, las masas, ponemos el resto, el riesgo; los muertos, los
contaminados, el esfuerzo y el pago para
sostener la crisis, porque una cosa es que le quiten el 5% a quién tiene
millones y otra cosa es que le quiten ese 5% a quién gana manos o igual a un
salario básico, mucho más grave aun cuando la canasta básica ya llega a los 800
dólares.
Vamos a
generar espacios de movilidad solidaria y responsable con los afines, con los que podemos convocarnos y asistir por
nuestra condición de clase. No queremos dádivas del gobierno ni la filantropía
de la gran burguesía y grandes terratenientes. Queremos lo que nos pertenece y
que nos han quitado bajo “contribuciones”, explotación salarial y usurpación de
los recursos naturales.
Vamos a
generar formas de control y seguridad en nuestras comunidades campesinas, barriales.
No nos traguemos esa campaña de los aparatos represivos de mostrarse afables y solidarios
con nula población. Hoy salen con guitarras a dar serenatas en ciertos barrios
para mostrarse “solidarios”. Igual, ¡patrañas!, en las barriadas pobres siguen
armados como en campaña para la guerra; siguen golpeando y maltratando a
ciudadanos, a hijos del pueblo que deben salir en medio de la cuarentena para
tratar de ganar unos dólares porque sus familias no tienen que comer. 60
dólares que entrega el régimen como migajas o con espíritu de limosneros; no alcanza
para nada, menos en la medida que no cubre el requerimiento de más de 12
millones de ecuatorianos que viven en condiciones de pobreza, de ellos, 2
millones tienen que argumentar su subsistencia diaria con un dólar.
¡LA REBELIÓN SE JUSTIFICA!
¡NI PERDÓN NI OLVIDO PARA LOS VERDUGOS DEL
PUEBLO!
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